A Relax Place
Voy a pasar a la especulación para luego regresar a la historia, veamos a manera cronológica:
Bueno aquí me detengo, para iniciar con las especulaciones, se sabe que los templarios tenían un conocimiento que ponía al papado en conflicto, por algún secreto que estos frailes-caballeros o freiles tenían, al grado tal que hasta el diezmo y la primicia fue condonado a esta orden.
La ambición del Rey francés y el Papa, llevó a la destrucción del temple, lo interesante aquí que mucha de su riqueza desapareció, sin que ni el Papa, ni el Rey de Francia obtuvieran su ambiciosa intención.
También la enorme flota templaria desapareció, unos dicen que se volvieron piratas, otros, nunca se supo donde fueron, otros huyeron a Inglaterra, porque ahí el poder del papado no llegaba, otros, huyeron por España y hasta Portugal, cambiando el nombre de la orden a la de Caballeros de Cristo.
Cuando estudias todas las ramificaciones de la orden te das cuenta, que las ordenes portugués y española, no estaban tan cercanas al temple francés, aunque muchos de sus ritos y secretos básicos eran los mismos.
Los secretos más profundos, quedaron en la orden francesa, y es posible que hayan pasado a los ingleses, es por eso, que muchas logias masónicas, si bien heredan las bases templarías muchas de los secretos desaparecieron.
Se cree que la flota Templaria huyo a América del Norte, algunos creen que, al sur de Canadá, tal vez se quedaron ahí lejos de toda persecución y envidia, escondiendo sus tesoros en algún extraño lugar de América.
Pero, ¿que tenía tanto valor, que hubieran descubierto estos caballeros?, unos dicen que la cabeza del Juan el Bautista, otros dicen que el Santo Grial (como la copa en que bebió Cristo en la última cena, y en la que se supone José de Arimatea, recogió la sangre de Cristo en la crucifixión), otros dicen que la Lanza de Longinos (el legionario romano que lanceó a Cristo en la cruz, para asegurarse de que estaba ya muerto, y, que le daría poder ilimitado al que la tuviera), otros dicen que la Sábana Santa (el lienzo donde envolvieron a Cristo después de su muerte y que se presume es la de Turín), y, finalmente el Arca de la Alianza (el cofre donde Moisés guardó las tablas de la ley del pueblo judío y que confiere un gran poder a quien la posea), sin embargo, mi opinión personal, es que lo que los templarios encontraron fueron documentos del siglo primero, que narraba de primera mano lo que realmente sucedió en aquella época, sin ningún toque ideológico, ni teológico y donde tal vez se narrase que Jesús estuviera casado, tal vez con María Magdalena u otra persona, hablaría de su madre y de sus hermanos y tal vez de como sucedió su asesinato, esas narraciones de haber sido documentadas, serían documentos muy peligrosos, para la institución religiosa, por estar en poder de un tercero y no del vaticano, por eso los templarios, tenían mucho poder sobre el papado.
La razón de suponer esto, es hacer un parangón y válgame la mala comparación, pero la idea es con fines didácticos es que si hoy fueran los años 1200 a 1300 quisiéramos encontrar una reliquia azteca perteneciente a Tenoch por ejemplo un vaso donde Tenoch hubiera bebido cuando salieron de Aztlán esto realmente sería sumamente difícil.
Finalmente es de suponer que algunos caballeros regresaron de donde fueron para dejar fe de su arribo a una tierra allende los mares, en donde sus tesoros estuvieran a salvo, y luego, crearon mapas, que probablemente le sirvieron a Colón 200 años después para repetir la hazaña.
Es muy probable que muchas reliquias como la Sábana Santa, fueron usadas como pagó para poder salir de tierras francesas con sus enormes tesoros.
¿A dónde fueron? o ¿simplemente desaparecieron llevándose su conocimiento con ellos?
Bueno ahora dejaremos la especulación para revisar, como fueron fundadas, algunas de estas sociedades herméticas del medio Evo.
Se dice que Escocia es el origen de la masonería como derivación de enseñanzas y ritos de los templarios allí refugiados desde Francia y otros países europeos tras la debacle sufrida por la Orden del Temple en Francia (detención de 620 templarios por Felipe IV en 1307, disolución del Temple por el papa Clemente V en 1312, muerte en la hoguera de su último gran maestre en 1314).
Michael Baigent y Richard Leigh en “Masones y Templarios” aportan datos de su investigación al respecto y señalan que parte de la flota templaria, bordeando Irlanda por occidente y el norte, trasladó a los refugiados templarios hasta los territorios controlados por Robert Bruce en Argyll, Kintyre y el estrecho de Jura. Igualmente afirman haber encontrado lápidas templarias en diversos lugares de la zona, desde Kilmory a Kilmartin especialmente.
Nos dicen igualmente que al menos había dos preceptorías templarias en Escocia, concretamente en Maryculter (cerca de Aberdeen) y Balantrodoch (actual Temple Village, muy cerca de Roslin).
Ambos investigadores añaden otras tres preceptorías en Auldlisten, Denny y Thankerton, tal y como se señala en el registro de títulos de propiedad de tierra correspondiente a la denominada “Terrae Templariae” que gestionaba en bloque la Orden de San Juan entre 1581-1596, según documentara James Maidment (amigo de Walter Scott).
En este listado se evidencia que esta “Terrae Templariae” aglutinaba “más de otras quinientas propiedades templarias, desde pequeños terrenos rústicos y campos, molinos harineros y granjas hasta castillos y cuatro municipios completos”, siendo el total censado 570 propiedades. Asimismo, en diversos documentos no se habla, por sí sola, de la Orden de los Hospitalarios de San Juan en Escocia tras la extinción oficial del Temple, sino de los Fratibus Hospitalis Hierosolimitani, Militibus Temple Salomonis, lo que -en mi opinión- justificaría que Ramsay, en su famoso discurso del 26 de diciembre de 1736 afirmase que los masones derivan de los Hospitalarios Sanjuanistas.
Así que, dado que desde hace 40 años el autor ha leido sobre la Orden del Temple, y que ha dedicado buena parte de su labor investigadora a los mismos y ha escrito libros sobre el Temple y artículos sobre los templarios, no podía por menos que aprovechar su visita a Escocia para seguir “algunas pistas”, especialmente en la Capilla Rosslyn, que se encuentra a una docena de kilómetros al sur de Edimburgo, ciudad en la que el autor ha descubierto recientemente que el Temple contó con una capilla y casa frente al convento de Sienna, en el lado oriental de Newington, erigidas sobre una colina llamada Mounthooly y que se ubica actualmente en Dalkeith Road esquina a la calle East Preston.
Asimismo, el aeropuerto de Edimburgo se ubica en territorio de Temple, Liston.
De la misma manera, el investigador Andrew Sinclair afirma que diversas estelas medievales del entorno de Roslin son templarias y postula que parte de los refugiados escoces lo hicieron en este entorno: “según una tradición masónica francesa, los documentos y la riqueza del Temple fueron llevados en nueve embarcaciones a la isla de May, en el estuario de Forth”.
Y, por supuesto, muy divulgada está la leyenda relativa a que el contingente armado cuyo avistamiento por Eduardo II desmoralizó a su ejército y se puso a la fuga en la batalla del 24 de junio de 1314 en Bannockburn (cerca de Stirling) estaba formado por templarios, lo que permitió que Escocia se independizara de Inglaterra y que Robert Bruce fuese el nuevo rey de Escocia…
Y a partir de esta supuesta intervención decisiva de los templarios en Bannockburn han surgido diversas propuestas sobre la pervivencia del Temple gracias a su ayuda Robert Bruce hasta nuestros días… Pero esa es otra historia.
Por Ángel Almazán
El asunto de los conflictos de frontera, la importancia y significado de una frontera, así como el ejemplo de las consecuencias futuras que tiene el establecimiento de una frontera más allá de lo meramente geográfico es algo que hemos visto recientemente en uno de nuestros últimos artículos (La Tablilla de Cera: Conflictos de frontera. La huella del Colonialismo del siglo XIX). En esta ocasión vamos a seguir el hilo de las fronteras para tocar un caso práctico anterior y centrarnos en una labor casi de policía de frontera y base militar avanzada con los Caballeros Templarios como protagonistas, aunque lejos de abordar las Cruzadas y hablar en el consabido tema de los templarios en Tierra Santa, en este artículo nos vamos al incipiente reino de Portugal en la Edad Media.
Pero antes de la llegada del Temple a territorio lusitano es necesario remontarnos al origen de las órdenes militares y a la función primera del Temple para marcar un contexto histórico que nos permita comparar con su evolución posterior y que nos llevará a ver como se aplican en el oeste europeo, las técnicas aprendidas en el mediterráneo oriental.
Es más, o menos conocido que la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón (Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonici) se funda a finales del 1118 y comienzos del 1119, nada más creado el Reino de Jerusalén durante el reinado de Balduino I tras el corto gobierno de su hermano Godofredo de Bouillón, titulado como Defensor del Santo Sepulcro ante la negativa a ser coronado Rey en la ciudad sagrada.
Estos primeros nueve freires (monjes guerreros) se alojan a expensas de Balduino I en la mezquita de al-Aqsa, que contenía los cimientos del antiguo Templo De Salomón y que el monarca usaba como palacio. Tras el traslado de este a la ciudadela de la Torre de David, en el barrio armenio, como palacio definitivo, el enclave queda bajo posesión de los templarios, adquiriendo así su nombre Caballeros del Templo de Salomón, en un nuevo ejemplo de lo que vimos en nuestro último artículo, la reutilización de los espacios sacros.
Es importante señalar que tanto el proceso de cruzada y conquista como el consiguiente de creación de las primeras órdenes militares obedece en primer lugar a un problema demográfico y territorial, especialmente acusado entre miembros de la baja aristocracia desde comienzos de lo que conocemos como Edad Media hasta la aparición de la burguesía: los llamados segundones, todos aquellos nobles de segunda fila, hijos de terratenientes con las posesiones justas para asegurar el linaje de su primogénito y de su casa nobiliaria, pero no así del resto de hijos, que se ven obligados a enrolarse en el clero o buscar sustento acorde a su estatus aristócrata por otros medios, incluso por compañías mercenarias como ocurrirá más adelante en el caso de la Guerra de los Cien Años (1337- 1453) o con la aparición de la figura de los condotieros en Italia. Así, la llamada a la Cruzada en el Concilio de Clermont (1095) permite a numerosos nobles desconocidos y sin posibilidad de ambicionar puestos relevantes en territorio europeo, la oportunidad de forjar su fama en Tierra Santa. Curiosamente, el éxito del llamamiento cruzado llevará a la larga al problema inverso: muchos nobles hipotecarán su hacienda para peregrinar y luchar por la fe en Tierra Santa, otros morirán en el combate y de la sobrepoblación nobiliaria pasaremos a grandes lotes de tierra semi abandonados por los señores feudales, ocasión que aprovecharán tanto la realeza como la incipiente burguesía.
Pero no queremos divagar demasiado. Volviendo al origen, estos nobles buscan formar un nuevo cuerpo de caballería, bajo un nuevo ideal, el de la orden militar bajo regla clerical, monjes guerreros dedicados a la fe cristiana en contraste con el ideal caballeresco tradicional y de carácter vasallático. Estos caballeros no obedecen a un Señor feudal, lo cual les llevará a conflictos y negociaciones con los diferentes reyes o nobles de aquellos territorios donde se establezcan hasta que, en el caso de los templarios, las ambiciones y las deudas de la realeza francesa choquen con la continuidad del temple, que como sabemos se disuelve por orden del papa Clemente V a instancias de Felipe IV de Francia en 1312, que se encontraba endeudado e incapaz de pagar al banco de los templarios. El acta de disolución, obviamente no recoge la cuestión económica:
<< […] Hace poco, Nos, hemos suprimido definitivamente y perpetuamente la Orden de la Caballería del Templo de Jerusalén a causa de los abominables, incluso impronunciables, hechos de su Maestre, hermanos y otras personas de la Orden en todas partes del mundo […] Con la aprobación del sacro concilio, Nos, abolimos la constitución de la Orden, su hábito y nombre, no sin amargura en el corazón. Nos, hicimos esto no mediante sentencia definitiva, pues esto sería ilegal en conformidad con las inquisiciones y procesos seguidos, sino mediante orden o provisión apostólica.>> Bula Ad Providam (1312)
¿Frente a quien responden las órdenes militares dentro del aparentemente rígido sistema feudal? En tan solo 9 años desde su fundación, los templarios consiguen una constitución que encaje su modelo de vida en el sistema feudal del medievo. Gracias a la amistad y parentesco con importantes personajes del periodo como Balduino I, Rey de Jerusalén y San Bernardo de Claraval, los nueve primeros templarios encabezados por Hugo de Payens obtienen del Concilio de Troyes la regla -cisterciense- que oficializa la Orden y la encaja en el sistema y en poco tiempo, tras una peregrinación por Europa llamando a otros nobles a enrolarse para formar parte de la caballería monacal, regresan a Tierra Santa con un pequeño ejército de 300 caballeros y un incontable número de seguidores (escuderos, siervos…).
Durante estos años, el poder de la Orden se consolida en materia de jurisprudencia y estatus social ya que como veremos enseguida su poder militar era muy limitado. A las actas de 1128 que salen del Concilio de Troyes se le une toda una legislación papal posterior: bula Omne Datum Optimum en 1139, bula Milites Templi en 1144 y bula Militia Dei en 1145, además de unos ingentes estatutos internos en torno a 1167. Se les otorga plena independencia de actuación salvo el vasallaje de la Orden al Santo Padre de Roma, adquieren fortalezas y el derecho a recaudar donativos en iglesias y a tener un sacerdotado propio y exclusivo. Los templarios llegarán a contar en siglos venideros con un ejército de unos 30,000 soldados y una flota mediterránea que rivalizaría en poder con las más conocidas de Venecia o Génova, además de ingentes posesiones repartidas por toda Europa y Tierra Santa (en este último caso, hasta su expulsión en 1291 con la caída de Acre), pero como decimos, su poder militar en estas fechas tempranas era limitado y su actuación es básicamente policial, mucho más preocupados por los peligros del camino en forma de salteadores y bandidos diversos que de la lucha contra el Islam como sería la idea que tenemos hoy en día. Debemos tener en cuenta que la afluencia de peregrinos a Tierra Santa, a Jerusalén principalmente, ocurre desde antes de la Primera Cruzada; el control del corredor sirio-palestino por parte del islam no supone que los cristianos tengan prohibido el paso -aunque si es cierto que el que domina Tierra Santa en cada momento impone sus normas y favorece a sus intereses en perjuicio de otros-. No obstante, el dominio cristiano de la zona tras la Primera Cruzada, favorece una mayor afluencia de peregrinos, un crecimiento seguramente exponencial e incuantificable que pone de manifiesto un problema que ya era conocido por todos y que no se diferencia mucho de otros caminos durante la Edad Media: el problema del bandolerismo y los diferentes problemas con los que se encuentra el viajante, ya sea peregrino, comerciante o una persona que se desplaza de un punto a otro. En este punto, los primeros templarios cumplen una función básica y efectiva minimizando el daño a los peregrinos al servir de escolta y al controlar puntos estratégicos mediante una red de fortalezas que se ampliará más adelante a la seguridad marítima con la flota templaria.
El control de los pasos y caminos tiene además una doble intención ya que sirven a modo de aduanas y permite recaudar fondos y donativos para la Orden. No es necesario ver malicia en esto ya que el agradecimiento de los peregrinos y de la sociedad en general en estos primeros tiempos se observa en la gran cantidad de propiedades y fondos que adquiere el Temple rápidamente. Muchos nobles desean congraciarse con la Orden y se conservan documentos de donaciones por agradecimiento. Este punto podemos ampliarlo y entenderlo mejor si estudiamos el régimen financiero que crea la Orden desde el comienzo y que, aunque finalmente llevará a ser su perdición por el endeudamiento del monarca francés, resulta interesante comprobar como el Temple se convierte en uno de los principales garantes bancarios durante la Edad Media, al margen de los tópicos prestamistas judíos y del régimen económico de ciudades como Venecia o Génova. La red de encomiendas (la mayoría gracias a donaciones), los préstamos a interés bajo, así como la posibilidad de efectuar pagarés en lugar de transportar la moneda física, permitieron un flujo de dinero constante mediante los intereses de los préstamos, cuyo clientes, a sabiendas de que el sistema bancario templario era seguro gracias al potente componente militar y a toda esta documentación contable, no tenían queja y quedaban garantizadas sus propias finanzas o aquellas empresas para las que necesitasen fondos.
Llegados a este punto cambiamos de zona geográfica y nos movemos desde un extremo, Tierra Santa, hasta el otro: un pequeño e incipiente reino portugués volcado al atlántico que llama a los templarios para buscar ayuda en su Cruzada contra el dominio almorávide.
Esta presencia templaria en Portugal es increíblemente temprana. Si la fundación de la Orden está datada en el año 1118 en Jerusalén y su confirmación oficial llega 10 años después, en enero de 1128 en el Concilio de Troyes, ya en este mismo año, apenas unos meses después, en marzo de 1128, se otorga a la Orden la primera encomienda en territorio peninsular. Esta donación es otorgada por la Infanta Teresa de León, Condesa de Portugal y confirmada al año siguiente por Alfonso Henriques, primer Rey de Portugal tras la batalla de Orique en 1139 contra los almorávides y su confirmación como tal en 1143 en el tratado de Zamora con Alfonso VII de León, que le otorga el título real, pero lo mantiene como vasallo al otorgarle el Señorío de Astorga, dentro del Reino de León. Esta primera posesión templaria parece obedecer a una simple donación a la causa templaria, una encomienda de la cual sacar rentas destinadas a las labores del Temple en Tierra Santa. Sin embargo, el Castillo de Soure y el bosque de Cera, ambas posesiones en la zona de Coimbra, son en cierta forma un regalo problemáticamente intencionado ya que quedaban muy cerca del territorio almorávide y esta misma posición defensiva, Soure, interesaba a estos almorávides como cabeza de puente hacia el norte. Siendo así y teniendo en cuenta la expresa prohibición por parte de la Iglesia de Roma de que los caballeros de los diferentes reinos de la península ibérica no acudiesen a la Cruzada de Tierra Santa por el interés en mantener tropas cristianas peninsulares para hacer frente a las guerras contra el Islam en la mitad sur de la península, prohibición a la que por cierto no se le hizo demasiado caso, los templarios ponen también su interés en sus nuevas posesiones portuguesas y ya con Alfonso Henriques (Alfonso I de Portugal) combaten 250 caballeros templarios -y seguidores que no aparecen en las fuentes, no olvidemos- que ayudan a la toma de plazas tan importantes como Santarem en 1147 y Lisboa en 1149.
1.-Almourol / 2.-Alpalhão / 3.-Arouce / 4.-Bemposta / 5.-Braga / 6.-Torres Novas / 7.-Santarem / 8.-Castelo Branco / 9.-Castelo Mendo / 10.-Constância / 11.-Dornes / 12.-Ega / 13.-Elvas / 14.-Evora / 15.-Ferreira do Zêzere / 16.-Marialva / 17.-Monsanto / 18.-Montalvão / 19.-Moura / 20.-Nisa / 21.-Penela / 22.-Pombal / 23.-Seda / 24.-Serpa / 25.-Tomar / 26.- Soure
Así, los templarios se convertirán en pieza clave para la monarquía portuguesa. No aportan los mayores contingentes de tropas a la hueste del rey, pero acuden a prácticamente todas las batallas relevantes y desde Portugal colaboran en algunas de las campañas de Cruzada del resto del territorio peninsular (Navas de Tolosa 1212).
Su función principal resultó clave para el incipiente reino de Alfonso I y sus sucesores ya que se convierten en los garantes de la seguridad de frontera. ¿Cómo sucede esto? controlando los puntos estratégicos y estableciendo una línea principal de defensa en la margen norte del río Tajo. Los Caballeros del Temple de Jerusalén se dieron cuenta de la importancia del río como lugar de frontera y control y copiaron -consciente o inconscientemente- una vieja estrategia que ya pusiera en marcha Julio César durante su propretura en el año 61 a.C. en la Hispania Ulterior, cuando ascendió desde el Algarve para enfrentarse a las belicosas tribus que acosaban la zona desde sus posiciones en la Serra da Estrela, un territorio escarpado -la principal cordillera portuguesa- y difícil de penetrar. Si César estableció una red de Colonias romanas en la margen sur, el Temple posicionó sus baluartes en la zona norte del río.
Todo esto se hizo gracias a las donaciones de la nobleza portuguesa o de la propia institución Real y como vemos, no son donaciones al azar, sino puntos estratégicos que los templarios se ocupan de fortificar y patrullar al tiempo que actúan como Señores de estas encomiendas, recaudando los tributos necesarios para la financiación de esta red defensiva tal cual hemos visto en la primera parte del artículo. ¿Cómo son estas fortalezas? lejos de la idea de grandes bastiones defensivos como los que encontramos en Tierra Santa con los ejemplos del Krak des Chevaliers (Siria) de la Orden del Hospital de San Juan, o el Castillo templario de Pèlerin al sur de Haifa (Israel), capaz este último de albergar a 4,000 soldados, en la península Ibérica y especialmente en Portugal, donde no hay grandes llanuras sino una sucesión de valles y colinas, se buscan los baluartes defensivos de control. Son pequeños enclaves como el Castillo de Almourol, un recinto reducido que apenas podría albergar unas decenas de soldados y que se construye sobre una fortificación previa que se presupone de origen romano. Situado en una isla en el Tajo y con unos muros imponentes, su acceso se realizaba mediante barca y cumplía funciones de vigilancia y de aduana respecto al tráfico de productos y personas por el Tajo o intentando cruzar el río en un sentido u otro.
Si observamos el mapa en el que hemos señalado las fortalezas templarias en Portugal (aunque no todas), nos resultará más fácil comprender esta red estratégica de pequeños enclaves.
Observamos una clara intención de dominar la franja de terreno entre el río Mondego a su paso por Coimbra, ciudad en la que en 1131 Alfonso I establece su Corte y el Tajo a su paso por la región de Santarem (la población es arrebatada a los almorávides en 1147), todo ello entorno al discurrir de los ríos Zézere y Nabão (un afluente de este). Con esta franja de terreno norte-sur, el Temple protege la Corte de Coimbra y se convierte en un tapón entre los dominios almorávides y almohades y los portugueses, el Tajo se convierte en frontera y punto desde el que parten las campañas hacia el sur, así que se refuerza con un puñado de fortalezas en la zona de Castelo Branco, tanto al norte del río como al sur, cerca del límite con Castilla. Según avanza la conquista portuguesa, los templarios adquieren una serie de enclaves hacia el sur, aunque su presencia nunca será tan patente como en la defensa del Tajo. Évora y Elvas, en la llanura, tienen presencia Templaria y el Guadiana contará con algunas fortalezas, encaradas tanto al sur como al este. En el norte su presencia es menor y salvo algún castillo encarado hacia Castilla el resto de posesiones son encomiendas de las que obtener tributos y no aparecen en el mapa. Hay que tener en cuenta que, aunque no era su objetivo, de forma muy puntual los templarios apoyan a Portugal en sus conflictos con Castilla (Ciudad Rodrigo, 1199).
Resulta interesante la ausencia de posesiones templarias más hacia la costa atlántica, especialmente al sur de Lisboa. Cuando se disuelva la Orden por el conflicto con Francia y el papado, y en territorio portugués aparezca la Orden de Cristo como claros sucesores y herederos del Temple, los soldados de Cristo apoyarán las empresas navales de la monarquía, pero esa parte no es nuestro objetivo.
Los templarios portugueses gozaban de cierta independencia respecto al resto del temple, principalmente por encontrarse en el extremo occidental y en territorio de cruzada con condicionantes diferentes a los de Tierra Santa, de tal forma que los sucesos de un extremo no afectaban demasiado a los del otro y no resultaba lógico establecer estrategias comunes.
Tenemos diversas fuentes, principalmente cronistas del temple, pero se cuentan entre 22 y 32 Maestres del Temple en Portugal según la crónica a la que acudamos, 26 o 28 Maestres entre 1128 y 1312 parecen las cifras más acertadas. Sin duda entre todos ellos la figura más importante y conocida es la del sexto (cuarto o quinto en otras relaciones) Maestre portugués, Gualdim Pais (1118-1195), que es nombrado caballero por Alfonso I en la mencionada batalla de Ourique (1139) y parte hacia Tierra Santa durante 5 años en los que entra como freire en la Orden del Temple. A su vuelta se convierte en Maestre del Temple portugués y desde la originaria encomienda de Soure, su actividad frenética le lleva a construir los principales enclaves templarios en la franja del Mondego-Tajo que ya hemos comentado: Almourol, Pombal, Monsanto, entre otros, y su principal obra, el Castillo y Convento de Tomar, lugar donde sitúa la sede templaria y cuya arquitectura -modificada por algunos Maestres posteriores- es una de las más admiradas de Portugal. Tenemos constancia de dos fueros locales otorgados por Gualdim Paisque nos dan cuenta de la independencia que tenía el temple respecto al poder Real o al religioso; los fueros de Tomar (1162) y de Pombal (1174) regulaban la vida de la comunidad, establecían derechos y obligaciones y el marco jurídico de sus habitantes. Al ser territorio de frontera, estos fueros gozaban de una mayor independencia de actuación y ciertas libertades o privilegios.
Gualdim Pais y su nueva sede templaria de Tomar tuvieron que dar cuenta de su eficacia en 1190 frente al asedio de las tropas almohades del califa Abu Yúsuf Yaacub al-Mansur durante su primera campaña tras ser nombrado Califa. Al-Mansur fracasaría a pesar de la superioridad numérica en la misma región donde años antes había fracasado y muerto su padre Yúsuf I, frente a los muros de una ciudad de Santarem defendida por Alfonso Henriques (Alfonso I). Este tándem entre la monarquía lusa, por un lado, que conseguía poco a poco avanzar en su conquista hacia el Algarve, y la Orden Templaria por otro, cubriendo retaguardia y asegurando una frontera capaz de aguantar los contragolpes y campañas de conquista desde el Califato, permitió al Condado Portucalense que vio nacer a Alfonso Henriques convertirse en un Reino estable con las fronteras actuales en apenas unas generaciones, con Sancho II, bisnieto del anterior.
por: Tablilla De Cera
Hasta 1314, año en que murió Jacques de Molay, el último maestre del Temple, estos monjes-soldado participaron en numerosas batallas. Entre otras, en la reconquista del sur de Cataluña en 1148, por la que recibieron propiedades en Tortosa y Lleida; en la batalla de Hattin en 1189, perdida a manos de Saleh al-Din, Saladino; en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 al lado de castellanos, navarros y aragoneses; en la cruzada contra Egipto en 1250, en la que tomaron Damieta pero perdieron la batalla final; en la defensa de Acre en 1291, perdida a manos de los mamelucos; en la batalla de Homs en 1299, aliados con mongoles y armenios, que fue la última batalla que ganaron.
La introducción de la orden Templaria en España se produjo de una forma bastante inusual. En 1134 murió Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Navarra, y en su testamento dejó como herederos al Santo Sepulcro de Jesucristo y a sus guardianes, al Hospital de los pobres y a los caballeros del Templo del Señor, tres órdenes militares ubicadas en Jerusalén.
Alfonso I fue educado por monjes, teniendo un alto sentido de la cruzada contra el musulmán. De hecho, en el siglo XII, la península Ibérica estaba dividida entre cristianos y musulmanes. Con la decisión de legar sus reinos a los templarios, Alfonso I pretendía, casi con seguridad, que toda la península fuera reconquistada y pasara a manos de los cristianos.
Esta fue, evidentemente, una decisión que los nobles aragoneses y navarros no aceptaron en absoluto, tachándola de no válida. Pero el Papado, que controlaba en esos momentos la orden del Temple, reclamaba las posesiones que le correspondían según el testamento.
Los navarros, aprovechando la coyuntura, nombraron rey a García Ramírez. Los aragoneses pusieron en el trono a Ramiro, hermano de Alfonso I.
Tras unos años de desavenencias entre Aragón y el Papado, se llegó a un acuerdo en el año 1158, firmado por el papa Adriano IV y por Ramón Berenguer IV, heredero de Aragón por haberse casado con Petronila, la hija del rey Ramiro.
En este acuerdo la orden del Temple recibía una serie de posesiones (los castillos de Monzón, Montgai, Chalamera, Barberá y Remolins), la exención de algunos impuestos y el compromiso de recibir la quinta parte de los territorios conquistados a los musulmanes.
Su presencia en la península quedaba ligada, pues, a la Reconquista.
Tras participar y vencer en las campañas de Valencia y Mallorca, la orden del Temple obtuvo numerosas encomiendas, es decir, rentas vitalicias sobre territorios.
Llegaron a tener dieciocho en Cataluña, catorce en Aragón, tres en Valencia y una en Mallorca.
En 1150, Alfonso VII de Castilla entregó la fortaleza de Calatrava (en Ciudad Real) a la orden del Temple para su defensa, por ser un punto fronterizo estratégico con los reinos de taifas.
Sin embargo, en 1159 la devolvieron por no poder asumir esta defensa.
Los caballeros del Temple participaron, con el reino de Castilla, en la toma de Cuenca (1177), la batalla de las Navas de Tolosa (1212) y la conquista de Sevilla (1248) entre otras. Por ello, recibieron hasta 32 encomiendas en Castilla: veinte en León, diez en Castilla y dos en Extremadura, además de territorios en Andalucía.
Los templarios eran una organización internacional centralista y jerarquizada. Al frente de la orden estaba el Gran Maestre, que presidía el capítulo general. Los maestres provinciales gobernaban las posesiones, divididas en provincias. En la península Ibérica había dos: la de Aragón y la de Castilla, León y Portugal. Dentro de las provincias estaban las encomiendas, dirigidas por el comendador.
Las posesiones de la orden del Temple en la península Ibérica fueron conseguidas de diferentes formas. La principal fue la donación directa la manda testamentaria de monarcas, nobles y clases modestas. Los reyes les entregaron derechos y territorios, casas y solares como pago por sus servicios en la reconquista. Los nobles los entregaban por sintonía y los más pobres por alcanzar beneficios espirituales.
La tierra era la principal fuente de riqueza de los templarios, que aumentaron con compras y permutas, llegando a destacar como banqueros. Ejercieron como cambistas de monedas y como prestamistas, debiendo cobrar alrededor de un 10% por cada operación.
Formaron una poderosa red financiera internacional armada.
También tuvieron una flota propia, amarrada en puertos como del de Barcelona, Marsella y Montpellier, entre otros. Desde allí enviaban armas, caballos, dinero y viajeros a Tierra Santa.
Todos estos ingresos de la orden del Temple estaban destinados a la Cruzada en Oriente y a la Reconquista en la península Ibérica, ambas campañas equiparadas en cuanto al perdón de culpas de aquellos intervinientes.
Todo este poder pudo ser el origen de su destrucción que empezaría con las primeras acusaciones en 1307 y terminaría en 1313.
Y la gran pregunta es: ¿Ustedes que creen que pasó?
Comentarios recientes
25.11 | 00:55
Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura
16.11 | 05:32
Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.
28.10 | 14:04
Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.
Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.
23.10 | 15:49
Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.