La historia de otro guerrero anónimo más. Mi querido tío Gonzalo

Gonzalo y Ramonita Muñoz Fernánez

Gonzalo y Ramonita Muñoz Fernánez

  • Sr. Muñoz, yo soy un reportero imaginario y quisiera hacerle unas preguntas relacionado con su vida.
  • Precisamente hace mucho tiempo he querido hacer una pequeña biografía de mi persona y hoy día 1 de julio de 1972 voy a iniciarlas para que mis hijos y futuras generaciones sepan algo de mi vida. Esto se lo dedico a mis hijos y nietos con todo el cariño, no trata de ningún artista famoso, ni de una eminencia, simplemente un ciudadano cualquiera que desea dejar dicho, lo que fue, lo que hizo, en su paso por este mundo de inquietudes. 
  •  ¿Dónde nació usted? 
  • Nací en Santander España el 8 de agosto de 1916 en las calles de Calzada de Santas, hijo de Gonzalo Muñoz Palazuelos y de Ramona Fernández y Fernández, ambos también de Santander. 
  • ¿Su niñez cómo la pasó?
  • Mi infancia fue normal como la de cualquier otro niño me eduque primero en una escuela que estaba entre las calles de Roa Mayor de esto recuerdo que el profesor don Dionicio tenía muy mal genio y su sistema de enseñanza era a base de palos, por fortuna dure poco tiempo en este colegio, y después pasé a la Academia Helvecia, y por último a la escuela laica de las calles de Magallanes, donde hice la mayor parte de mis estudios primero con doña Concha después el segundo grado con don Gregorio y por último el tercero con don Aurelio Herreros, este era el director de la escuela, y sin querer quitar mérito a los anteriores, fue un gran profesor muy recto y mucho sacrificado de sus alumnos, en esa época mis padres compraron una tienda de ultramarinos en las calles de Balbuena y saliendo de la escuela yo les ayudaba, acabando mis estudios en la escuela laica, empecé estudiar en una academia taquimecanografía, sin dejar de ayudar a mis padres en el negocio, este trabajo no me disgustaba, hasta que una vez una clienta que era de derechas, monárquica, hablando de política, y como era de esperar, criticando a los republicanos, entonces gobernaba el Rey Alfonso XIII, la contesté adecuadamente, o por lo menos así lo consideré yo. Me llamó mocoso de mala forma, y se fue a quejar a mi padre, éste aunque reconociese que yo estaba en lo correcto, delante de ella me llamó la atención, y me dijo, que detrás de un mostrador, había que oír, ver y callar, ella se fue muy feliz, y a mí me dio mucho coraje, pues aun reconociendo que mi padre tenía razón, pero eso fue lo suficiente, para empezar a odiar la tienda y me busque un trabajo en una fábrica de curtido, que por cierto, no sé si lo harían a propósito de acuerdo con mi abuelo, que era amigo del dueño, me dieron el peor trabajo, más sucio y maduro, salía todos los días agotado, y para no dar mi brazo a torcer, en mis horas libres aún ayudaba a mis padres en la dichosa tienda, no me rendí, y como a los dos o tres meses, posiblemente convencidos de mi terquedad, me cambiaron de lugar, donde el trabajo era más llevadero y limpio y para mi edad, ganaba un buen sueldo en aquellos tiempos, pues eran 70 pesetas semanales.
  • Por fin mis padres vendieron la tienda y descansé de ese martirio, pues a pesar de mi corta edad, trabajé mucho.
Los hermanos, de pie, Pepita, Mari, Gonzalo en el césped Ramonita Muñoz Fernández

Los hermanos, de pie, Pepita, Mari, Gonzalo en el césped Ramonita Muñoz Fernández

  • ¿Entonces la vida fue más tranquila? 
  • Relativamente, pues al poco tiempo de eso, empezó la Guerra Civil Española, para esto, ya pertenecía yo desde el año de 1933 a las juventudes socialistas y al   Orfeón Socialista Pablo Iglesias, el 17 de julio de 1936, como a las nueve de la noche y estando ensayando en el Orfeón nos llamaron los compañeros del partido para notificarnos que algo estaban tramando los militares contra el gobierno, y desde entonces, nos pusimos en activo y a las órdenes del partido. Primero haciendo guardias en diferentes puntos estratégicos, hasta que dieron la orden, que había que tratar de tomar el cuartel del regimiento de infantería, que estaban indecisos de levantarse en la calle. 
  • ¿Y después? 
  • Se pensó en lo siguiente, llenar un camión cisterna con gasolina, agruparnos cerca del cuartel todas las fuerzas políticas sindícales de que disponíamos, unos con palos,  otros con escopetas y pistolas, nombrar una comisión que iban a parlamentar con los jefes militares, y, en caso de no rendirse y pasado un tiempo determinado, si no salía la comisión, la cisterna rociaría de gasolina los alrededores del cuartel, se prendería fuego y aprovechando la confusión, trataríamos de entrar a como diese lugar, aparte de las armas que dije disponíamos, también se habían fabricado bombas caseras, por fortuna todo salió bien, sin necesidad de recurrir a la fuerza, de ahí, y ya con armas de verdad, los demás cuarteles cómo eran los de la guardia civil, marina y carabineros, fue tan fácil como el primero, la guardia de asalto, desde el principio estaba al lado nuestro, así dominamos la situación en Santander.
  • ¿Y después? 
  • Con más tranquilidad en lo que cabe, y con armas, se empezaron a formar las columnas de voluntarios para salir al encuentro enemigo, rumbo a la provincia de Burgos que estaba en manos de ellos.
  • Allí donde nos encontrábamos, se formaba el frente, tanto en Palencia, León, Asturias y Vizcaya, yo estuve en todos estos frentes menos en el último y pasé mucho miedo, el que diga lo contrario, miente, lo que pasa es que unos lo disimulan y se controlan mejor que otros, yo era uno de esos, pero el miedo no me lo quitaba nadie.
  • Eran tantos los voluntarios e incluso mujeres y tan pocas armas, que unos iban armados y otros sin nada, esperaban a recoger el arma de algún caído, había también bombas caseras, que sin hacer ensayos porque no se podía permitir el lujo de desperdiciar pólvora, solo nos explicaban como se podría hacer uso de ese artefacto, posteriormente empezaron a llegar más armamentos, me tocó un fusil y con este seguir la campaña del Norte. 
  • ¿Y tuvo muchos percances? 
  • Me metí en muchos jaleos, pues ahí donde pedían gente, estaba yo. En el frente de Oviedo, estuve en una batalla dentro de una tanqueta francesa de la guerra de 1914, creí que iba a salir loco, pues entre el olor a gasolina y pólvora, el calor que hacía dentro de aquel reducido lugar, el ruido de las balas cuando se estrellaban sobre el casco del tanque y el miedo que era muy grande, pensando que en cualquier momento podría quedarse parada esta carcacha, todo influía para que mi tensión nerviosa estuviese en ascuas, y por fortuna todo salió bien.
Tanqueta Renault de 1914

Tanqueta Renault de 1914

  • En otra ocasión y esto por ignorancia pasamos las líneas enemigas sin darnos cuenta tanto ellos como nosotros, y tranquilamente pensando que era territorio nuestro. Anduvimos por un pueblo que debería estar aterrorizado porque no vimos una sola persona por las calles, solamente en la tienda del lugar que fue donde entramos a comer algo, como aun circulaba la misma moneda  en los dos bandos, no hubo problema a la hora de pagar y darnos el vuelto, lo malo fue a la hora de regresar, que a la salida del pueblo, se nos presentó una señora vestida de negro con una hija ya señorita y dos hijos pequeños y llorando nos pidió que los llevásemos con nosotros porque las hacían la vida imposible, después de haberle fusilado a su esposo e hijo, ella fue la que nos dijo dónde nos encontrábamos en este momento se me hizo un nudo en la garganta, pero inmediatamente me impuse al susto y tome precauciones para la tarea que nos esperaba, al pasar las líneas enemigas ellos se dieron cuenta, y empezó el tiroteo, saliendo todos airosos de esa aventura, cuando llegamos al campamento los tres que componíamos el grupo de ignorantes, más las rescatadas, ya habían hecho diferentes conjeturas de nosotros, unos pensaban que habíamos caído prisioneros y por lo tanto fusilados, otros que posiblemente habíamos caído en alguna refriega, y los mal pensados, que nos habíamos pasado al enemigo.
  • En otra ocasión, estuvimos copados durante más de ocho horas, hasta que se pudo abrir una brecha con la ayuda de unos refuerzos, cosas como estás y mucho más peligrosas sucedieron en la guerra, y, sobre todo, al principio que no teníamos organizado un ejército, ni mandos capacitados, salvo algunos militares que fueron leales a la República, pero estos eran los menos.
  • ¿Cómo le hicieron para poder dominar la situación en esas condiciones?
  • Yo creo que al principio muchas cosas salieron bien porque el enemigo, que era un ejército muy bien organizado, no podía imaginarse, que muchas de las operaciones realizadas por nosotros eran suicidas y sin una dirección, y si pensarían, que cuando hacíamos alguna de estas operaciones, ya habíamos tomado nuestras precauciones y que estábamos tramándoles, alguna trampa sin haber cosa, a nosotros al comenzar la guerra nos ayudó el distanciamiento de los militares de carrera, que era el enemigo, porque no podían concebir que hiciéramos semejante barbaridad, nuestra decisión, acompañada de la ignorancia bélica y nuestro entusiasmo valor y lealtad, ya que como dije antes, éramos voluntarios pertenecientes a organizaciones políticas y sindicales, y el que más, o el que menos, con un ideal formado, por lo tanto, en ese tiempo el enemigo no hacia prisioneros, al que agarraban lo fusilaban.
  • ¿Entonces no respetaban la vida de nadie?
  • Posteriormente empezaron a llamar a filas a las quintas, que ya habían hecho el servicio militar, se formaron cuadros de mando y batallones, ya como una disciplina militar, entonces, el enemigo ya hacía prisioneros, pensando, que entre los movilizados podía haber adictos a ellos. Quiero recordar que en España existía un gobierno republicano legalmente constituido que el ejército hizo el juramento de lealtad este gobierno y el 18 de julio de 1936, estos militares de común acuerdo al clero, partidos de derecha y con el compromiso de ayuda por parte de los gobiernos de la Alemania de Hitler y de la Italia de Mussolini se sublevaron contra él y eso fue el principio de la guerra civil española.
  • ¿Siempre lucho por tierra?
  • Al cabo de unos meses en los frentes de batalla, y sufriendo las calamidades que se pasan en las trincheras,  eche una solicitud para hacerme piloto aviador, fui aprobado, y en espera de ser enviado a la escuela que me designasen,  en ese lapso de tiempo, se declaró la ofensiva hacia Santander por divisiones italianas, entonces estaba yo internado en el hotel Roma del Sardinero, transformado en hospital herido de un accidente aéreo por cierto de mi primer vuelo invitado por el piloto del avión y fuimos alcanzados por unos aviones de caza y derribados al mar, de los seis que íbamos, quedé yo solo con vida, y eso por no saber nadar, pues aunque parezca mentira, eso fue lo que me salvó, el avión que estaba envuelto en llamas, todos salimos de el con vida, pero mis cinco compañeros, que si sabían nadar se fueron hacia la playa que estaba cerca y la gasolina derramada en el mar se prendió fuego y les alcanzó ellos, debieron de tener una muerte terrible quemados y ahogados, yo, como me quedé en el lugar donde caí, flotando, con movimientos de brazos, ahí resistía, hasta que llegó una lancha con el nombre que nunca se me olvidará “La más bonita” me recogió y me llevaron a tierra, estaba herido de bala y eso fue la causa de mi internación, en el hospital.
  • ¿Estuvo mucho tiempo hospitalizado?
  • Al ver que la ofensiva italiana era inevitable y que se acercaban a las puertas de Santander, solicité la presencia del doctor Hatcher, que era el médico que me atendía y fascista, por cierto, se me negaba, me levanté de la cama y bajé a su despacho y le pedí mi alta, no quiso dármela, posiblemente con la intención de que me agarrasen ahí, yo suponiéndome eso y aun débil, me fui de dicho hospital, un día antes de la caída de Santander.
El Almirante Cervera 1928

El Almirante Cervera 1928

  • ¿Cómo pudo salvarse?
  • Al día siguiente 25 de agosto de 1937 a las 11:30 de la noche en el cuadro, donde hoy está el puerto de los pescadores abordamos la única embarcación que quedaba, una lancha pesquera, cruzamos toda la bahía, y cuando pasábamos frente a la península de la Magdalena, la última parte de mi tierra natal, mire hacia atrás para despedirme de ella, y no pude contener las lágrimas pensando que allí nací y me crie, y de ahí tenía que irme posiblemente para no volver más, hasta estos momentos después de transcurridos 35 años, aún conservo mi vida y no pierdo las esperanzas de volver.
  • Recuerdo, que era una noche de luna clara, pues en altamar parecía de día, ya llevamos navegando como dos horas, cuando de pronto, en el horizonte vimos dos manchas que se iban agrandando, se trataba de dos barcos uno de guerra (El Almirante Cervera) y otro mercante, estos eran fascistas a la caza de todos los que escapábamos, suponíamos que el mercante lo utilizaban como cárcel para todos los que agarraban, venían hacia nosotros.
  • En la lancha, el silencio era fruto, algunos estaban preparándose para pegarse un tiro, yo, me mantuve sereno, al igual que mi padre que estaba a mi lado, a escasos veinte metros de distancia, ¡cuál sería nuestra sorpresa, al ver que se daban la vuelta y se alejaban!
  • En esos minutos de incertidumbre que nos parecieron horas, creo que por la mente de todos pasó el mismo pensamiento, empieza el martirio, llega nuestro fin, aún no nos explicábamos el por qué la determinación que habían tomado, cuando de pronto vemos otro barco de guerra, que a medida que se fue acercando observábamos la bandera inglesa, era del control británico que precisamente estaba navegando por esas aguas para proteger a los que evacuábamos, entonces, nos explicábamos el por qué nos dejaron libres esos canallas.
  • Empezó a amanecer, ya habíamos salido bastante al norte, viramos hacia el este, nos fuimos acercando hacia la costa localizamos una bandera francesa, esto nos dio un respiro, seguimos costeando hasta llegar a la ría de Burdeos entrando en dicha ría y seguimos navegando hasta un pueblo llamado Pujuat, ahí entramos, estaba ahí llena de muchas embarcaciones de vascos y montañeses, las autoridades se portaron despóticamente con nosotros, queríamos agua y nos la negaban, por fin como a las seis de la tarde nos mandan acercarnos a tierra desembarcamos en unas bodegas del puerto, nos dieron una taza de café y un sándwich, e inmediatamente nos metieron en un tren que ya estaba preparado junto a dichas bodegas, para trasladarnos a la frontera de la República española, este tren iba vigilado por el ejército y ahí empezó de nuevo las preocupaciones de mi padre, el amigo Luis Loalto y la mía, pues nosotros teníamos en París a nuestra familia que habían evacuado hacia dos meses antes y nuestro deseo, como es natural, era el ir a verlos.
  • ¿Cómo le hicieron?
  • Al llegar el tren a la estación de Burdeos, en un descuido de los soldados, pudimos escaparnos sin que nadie se diera cuenta, ahí pasamos la noche en un hotelucho de mala muerte y al día siguiente, tomamos otro tren hacia París.
  • Cuando llegamos a la casa donde vivían nuestra familia pueden imaginarse el cuadro tan emocionante al ver que nos habíamos salvado.
  • ¿Se quedó en Francia para librarse de la guerra? 
  • En la Ciudad Luz estuve ocho días que me sirvieron para reponerme de mi accidente y transcurridos estos, me regrese a España para reincorporarme de nuevo al ejército, al cuerpo de Aviación, después de pasar por Barcelona y Valencia nos concentraron en un cuartel en Añora, Murcia y de ahí nos mandaron a Marsella para embarcar rumbo a Rusia, donde íbamos a hacer el curso de piloto de aviación, el viaje fue estupendo, comparándolo con el que hicimos de Santander a Pujaut este fue en un barco de lujo el “Providence” donde iban pasajeros de varias nacionalidades e hicimos escalas en Nápoles, ahí no nos permitieron bajar a tierra, en el Pireo, Grecia, donde conocimos el puerto y Atenas, en Estambul, Turquía y por último Odesa, que fue donde desembarcamos, en este puerto estuvimos dos días, de ahí salimos para Moscú, donde estuvimos siete días y después a Jarkov, donde estaba la escuela, durante el curso, que por cierto fue muy duro, nos llevaron a conocer Kiev.
Posible foto de Gonzalo Muñoz, en la escuela de entrenamiento de Jarkov

Posible foto de Gonzalo Muñoz, en la escuela de entrenamiento de Jarkov

  • Acabando el curso, y ya con nuestro título de piloto nos llevaron a Moscú dejando en tierra ucraniana a dos compañeros que se mataron haciendo práctica de vuelo, ya en la capital, nos retuvieron otra semana y transcurrido esto nos llevaron al Leningrado, allí embarcamos en un buque ruso, el viaje de regreso no fue tan agradable como el anterior, pues era un barco carguero, no teníamos las comodidades ni distracciones que el otro y los únicos pasajeros éramos nosotros por lo tanto se nos hice más monótono y largo, en el trayecto, no hizo ninguna escala y nos agarró un temporal bastante fuerte, pero sin consecuencias, por fin llegamos al Havre, Francia donde nos esperaba una delegación de la embajada, estos señores preguntaron por mí, pues resulta que mi padre que estaba trabajando en dicha embajada, tanto él, como yo, no pudimos tener comunicación ya que las cartas que yo le escribía desde Rusia y las que él me escribía desde París no las recibimos excepto la que llegó por valija diplomática y que me la entregó personalmente el embajador en Moscú, del Havre fuimos a París y en la estación me estaban esperando mis padres, me fui con ellos a casa para ver a mis hermanos, mientras al resto de la expedición la llevaron a dar un recorrido por la ciudad hasta la hora de tomar el tren hacia España, que fue como a las nueve de la noche, o sea que estuve escasamente cuatro horas con ellos, en la mañana llegamos a la frontera de Cerbêre port Gou, fue una gran alegría volver a pisar territorio español, pero en el camino hacia Barcelona, al pasar por los pueblos empezamos a observar la tristeza y calamidades que estaban pasando, veníamos de unos países ajenos a nuestra guerra y todo era algarabía y abundancia, en Barcelona, me encontré a varios amigos y paisanos unos que estaban de permiso y otros que residían allí, todos pasando necesidades como todo el pueblo español pero con una moral muy grande.
  • ¿En qué frentes estuvo? 
  • Ahí, el grupo empezó a disolverse, mandándonos a diferentes destinos, a mí me tocó ir de protección de la base naval de Cartagena donde estuve hasta final de la guerra, perdimos Cataluña, la mayor parte del gobierno que estaba en Barcelona, tuvo que evacuar a Francia, y empezó la desmoralización en casi todos los frentes, podíamos considerar que todo estaba perdido, en Cartagena se sublevaron los de infantería de Marina y nosotros, los aviadores, los retuvimos hasta que llegaron las fuerzas del Coronel Galán y dominaron la situación.

Gonzalo Muñoz Fernández con su uniforme de piloto de combate de la República española

Y ¿contra quién se enfrentaba?, pues contra los Junke JU52 nazis un avión cargado de 5000 kg de bombas y dos poderosas ametralladoras MG-15 y con una autonomía de vuelo de 1000 km versus 700 km del Polikarpov, aunque estos últimos eran muy veloces llegaban alcanzar más de 500 km/hr, mientras que los JU-52 volaban a unos 250 km/hr

Emblema colocado en los fuselajes de los aviones de la República con la respectiva bandera republicana

Y la “Mosca” era este avión que hoy nos parecería de feria, y que desde mi punto de vista se requiere mucho valor para poner su vida en juego en una hojalata como esa, he aquí el Polikarpov I-16 e imagínense al piloto español montado en esta chatarra.

El Junke JU52 y una de sus 2 ametralladoras MG-15

Parche bordado piloto de caza de la Fuerza Aérea de la República Española (FARE)

  • Regresamos a nuestras bases y como de costumbre desde el amanecer hasta el anochecer, todos los días estábamos de guardia permanente, el 27 de marzo de 1939 al levantarnos de dormir para ir a nuestro servicio rutinario, nos comunicaron que no había protección, nos mosqueo que siendo los momentos más difíciles suspendieran estos servicios, tomamos nuestro café acostumbrado y nos acercamos al campo recibiendo la sorpresa, de que los aviones de que disponíamos les habían quitado piezas del motor, preguntamos a nuestros mecánicos que es lo que había sucedido y estos estaban igual que nosotros, pues ignoraban las causas, al preguntar a nuestros jefes nos dijeron que eran órdenes superiores, se las habían llevado a la segunda región aérea que era a la que pertenecíamos nosotros, estábamos confiados que en el último momento podríamos salir en el avión, pero después de lo sucedido, estas esperanzas se perdieron, y había que tomar una determinación, al haber quitado estas piezas por orden del Estado Mayor, era porque una junta que se formó para tramitar una rendición, una de las muchas cosas que pedía el enemigo triunfante, era la aviación, esta junta, quiero creer, de buena intención, pensando que podrían lograr la autorización de una evacuación o evitar represalias, tomó esa determinación y al final de cuentas nada se logró, pues el enemigo que fue sanguinario desde el principio, no podía ser benévolo en el triunfo, yo viendo la situación difícil ya con experiencia de la salida del Norte, les dije a mis compañeros que debíamos ir a Alicante a ver qué sucedía y qué posibilidades de salida había, pues en Cartagena salió la flota y no se veía ninguna embarcación, unos decían, que era una decepción, otros que lo dejaban para el día siguiente para ver si había nuevas órdenes y yo y dos compañeros, decidimos irnos sin pérdida de tiempo, tomamos un coche que teníamos para nuestro servicio y con Pepe, que así se llamaba el chofer, un malagueño muy simpático, salimos rumbo en busca de noticias pues ignorábamos qué es lo que se tramaba podíamos haber ido a Murcia donde estaba el Estado Mayor de la segunda región aérea a la que pertenecíamos pero dudábamos que nos informasen y nos exponíamos a que nos castigasen por haber salido de la base sin permiso, aparte que nos alejábamos de las puertas de las posibles salidas, como era el mar, las únicas que nos quedaban. 
  • Por fin después de haber sufrido un ametrallamiento en la carretera por la aviación enemiga sin consecuencia, llegamos a Alicante, estuvimos comiendo donde encontramos, y esto, a cambio de tabaco que era la mejor moneda en esos momentos para conseguir algo y después fuimos al partido socialista, donde nos dijeron que ya estaba todo perdido y que en el puerto había un barco carbonero inglés fletado para sacar gente. Nos fuimos a dicho barco que tenía por nombre “Stanbrook”,[1] para esto serían como a las cinco de la tarde, nos despedimos del malagueño que no quiso salir, le dimos todo el dinero que teníamos y nos subimos a nuestra tabla salvadora, llegaba gente de todas partes, y a las once de la noche salíamos del puerto, y aun nos tocó presenciar el último bombardeo de nuestra guerra, allí quedaba un barco francés grande de pasajeros (El Marítima), que después nos enteramos que salió vacío, sin querer sacar a nadie, a pesar de estar este puerto lleno de almas en espera de barcos para salir, el nuestro fue el último que salió, con cerca de 4,000 personas entre hombres, mujeres y niños, al puerto lo declararon zona neutral, protegido por los consulados de diferentes países, esto duro poco tiempo, y entre suicidios y ametrallamientos por parte de las fuerzas de ocupación, aquello fue una carnicería, en altamar nos salió un barco de guerra fascista, al igual que cuando salimos de Santander, pero se quedaron con las ganas de agarrarnos ya que tuvieron que respetar la nacionalidad del barco, al día siguiente el 29 de marzo de 1939 como a las seis de la tarde llegamos a Orán, donde había varios barcos llenos de compatriotas que habían logrado salir.
  • ¿Fue bueno el recibimiento? 
  • Las autoridades francesas, igual que en Burdeos, nos trataron bastante mal, sin embargo, la colonia española que allí residía, se comportaron muy bien, pues a pesar de ser muy humildes, nos llevaban comida, tabaco y en algunos casos hasta ropa, esto lo hacían a escondidas de los gendarmes, de noche, en lanchas, pues esos señores no lo permitían. 
  • ¿Duraron mucho tiempo embarcados? 
  • En los primeros días de nuestra llegada empezaron a sacar a los ancianos, mujeres y niños y los llevaban a una cárcel vieja que había una ciudad, después de acondicionarse en un campo de concentración a un terreno que había en la Avenida Tunis y empezaron a instalarnos al resto.
  • A mí me tocó estar 10 días en el barco donde nos daban para comer unos dátiles y un kilo de pan para cada 12 personas era la única comida que hacíamos; para hacer nuestras necesidades y por carecer de “Waters” que sólo había dos muy pequeños en cubierta para la tripulación, teníamos que esperar al anochecer, para hacerlo fuera de borda, visto desde tierra debía de ser un panorama formidable, ver todo lo que era de largo el barco lleno de caras feas con un cigarro puro en la boca.
El Stanbrook

El Stanbrook

 [1]- Nota del Editor. - El Stanbrook fue un buque carbonero británico, de 1,383 toneladas, de dimensiones 230.1 × 34 pies (70.1 × 10.4 m) y una velocidad máxima de 12 nudos, y con capacidad para 24 tripulantes, que llevó a cabo la última evacuación de refugiados republicanos del puerto de Alicante, el 28 de marzo de 1939, cuatro días antes del final de la Guerra Civil Española.

Horas más tarde de que lo hiciera el Stanbrook, zarpó el Marítima, un buque el triple de grande, pero sin que se sepa por qué, sólo llevó a bordo a treinta personas, líderes socialistas y sus familias, lo que suscitó una gran polémica en la Federación Socialista de Orán el destino de los dos barcos.

En Alicante quedaron más de 15,000 refugiados atrapados en el puerto.

Fueron conducidos por los soldados de la División Littorio, una unidad militar italiana que reforzaba a las tropas franquistas, al campo de concentración de Los Almendros, y más tarde al campo de concentración de Albatera. ​

  • Llegó el día de mi salida para el campo, eran como las ocho de la noche, al llegar allí, me entregaron una manta, un plato, una cuchara y un vaso y nos dieron de cenar unos macarrones solos hervidos con sal, pero los encontré muy sabrosos y calientes y me comí tres platos llenos hasta borde con un pedazo de pan.
  • ¿Cómo los trataron?
  • A pesar de la vigilancia de los gendarmes, guardia móvil y senegaleses y el despotismo de los mismos, no nos fue tan mal, pues la comida ya estaba segura y no hacíamos nada de trabajo y los jueves y domingos permitían la entrada entre alambradas a personas que se ofrecieron como madrinas de exilio, que nos llevaban tabaco, dulces, ropa y cariño.
  • Como lo bueno pronto pasa, se acabó la buena vida para mandarnos al interior del campo de Relizane, ahí empezó de nuevo lo malo y mucho peor fue, cuando nos llevaron al desierto del Sahara a Oargla para construir el ferrocarril transahariano, el trato allí fue pésimo, trabajo rudo a base de pico y pala bajo los rayos del sol y los castigos inhumanos, unos por la edad y salud pudimos soportar aquello, otros murieron y algunos en pleno trabajo.
Los gendarmes, guardia móvil y senegaleses

Los gendarmes, guardia móvil y senegaleses

  • Mi padre desde la metrópoli hacia los imposibles para poderme librar de ese infierno, y un buen día me llamaron de la dirección del campo para decirme que, por haber sido reclamado por una familia francesa, que se comprometía a pasarme una pensión para mi sostenimiento, quedaba en libertad, y mi residencia debía de ser en Orán y lo de la pensión era cosa de formulismo, y después, cada quien tenía que valerse por sí solo.
Construcción de la red ferroviaria del Transahariano por refugiados españoles en la zona desértica de Oargla

Construcción de la red ferroviaria del Transahariano por refugiados españoles en la zona desértica de Oargla

  • ¿Cómo cubrían los gastos? 
  • Al llegar a Orán, me dirigí a la casa de mis madrinas de exilio, era una familia española muy humilde, y ahí me dieron techo y alimentos, legalicé mi documentación y todas las semanas tenía que ir a presentarme a la delegación de policía que correspondía al distrito donde vivía. 
  • Como es natural tenía que ver la manera de ganarme la vida, a escondidas de las autoridades, pues lo teníamos prohibido, ya que en la reclamación para el salir del campo, constaba que tenían que sostenernos los reclamantes, pues de lo contrario no nos autorizaban la libertad.
  • Mi primer trabajo fue hacer en compañía de otro refugiado, un pozo artesiano en una granja donde nos daban la comida y al final de la obra, lo que fuese su voluntad.
  • El segundo, un gallinero en la azotea de la casa del director del periódico de Orán Republicano, aquí nos trataban a las mil maravillas, tanto en el trato como en comida y dinero.
  • El tercero reparando puertas y cerraduras en una casa de departamentos.
  • Después haciendo pan de dátiles, de electricista y pintor en casas particulares, fabricando maletas y baúles para un comerciante, y un trabajo peligroso, como era el de fabricar y vender jabón, pues en esto, era más fácil que nos sorprendiesen y estaba muy castigado ya que era mercado negro, como es de suponer en el momento que empecé a ganar dinero, a la familia donde vivía, les entregaba todo y solo me quedaba con lo indispensable para mis gastos, vivía a gusto con ellos, pero llego un momento en que una de las hijas empezó a colarse por mí, y tuve que poner pies en polvorosa, antes de que la cosa pasase a mayores.
Don Gonzalo Muñoz Fernández en Orán abajo el primero a la izquierda

Don Gonzalo Muñoz Fernández en Orán abajo el primero a la izquierda

  • Me fui a vivir con una señora refugiada con tres hijos que su esposo estaba en el campo de concentración y la pensión que la pasaban no le alcanzaba para cubrir sus gastos, nos asociamos en el negocio del jabón, y la situación económica mejoró, como el asunto de la espuma, cada día se ponía más difícil por la persecución constante, un día me enteré, que en una fábrica de curtidos necesitaban un mecánico y sabiendo de que allí iba durar solamente los ocho días que tomaban a uno a prueba, me presente, pues con lo que me pagasen en esos días, administrándolo bien, como acostumbraba la paisana, tendríamos para comer 15 días.
  • Al tercer día de estar en esa fábrica, se estropeo una de las máquinas y como es de suponer, llamaron al único mecánico que era yo, en ese momento, me dije, Gonzalo, aquí acabo tu prueba, tenía que hacer algo y me decidí a desarmar la máquina marcando, y poniendo las piezas en orden, para ver si localizaba el defecto y en caso contrario, volver a armarla y darme por vencido.
  • Estando rodeado de piezas por todas las partes llegó el dueño de la fábrica, señor Briên, y al ver ese desbarajuste, empezó a dar gritos por todas las partes e incluso me llamó saboteador, para eso hablando en francés. Me salió lo montañés, y arto por todo lo que me dijo, le contesté en español, porque él, lo hablado muy bien, que si quería que le armase la máquina, se fuese de ahí,  a regañadientes se fue, y al ir montando todas las piezas descubro, que había un tornillo ya bastante pasado de rosca y de este dependía la falla de la máquina, pues al trabajar está, con el golpeteo del trabajo, se iba aflojando y se producía el defecto, enseguida pensé, si dejo este mismo tornillo, posiblemente mi pan aquí esté seguro, y así fue, acabé de arreglar todo, y disimulando mi satisfacción, mande llamar al administrador para hacerle entrega de mi trabajo, mostrándole mi disgusto por el mal trato del patrono, le recomendé le dijese, que me preparase la cuenta porque me iba.
  • Estando cambiándome de ropa con la seguridad de que no me iba dejar ir, llegó el administrador para decirme que el señor Briên me esperaba en la oficina, me presenté con todos mis cachivaches y al verme me pidió toda clase de excusas, y entonces, me aproveché para contestarle a todo lo que me dijo y algo más. Para no hacer el cuento más largo, salí de allí con un contrato de trabajo y con este, poder tramitar el permiso para poder trabajar y quinientos francos más de sueldo, pues yo a partir de esa fecha, para él era un gran mecánico.
  • Ya con todos mis papeles legalizados seguí trabajando ahí hasta que me llegó la hora de salir de allí, con rumbo a América.
  • ¿La familia con quien vivía como quedó?
  • Un mes antes de llegarme el aviso que tenía todo arreglado para ir a México, salió en libertad del campo de concentración el esposo de la señora donde vivía, con mi sueldo y algún trabajo que ella hacía, salíamos adelante, pero el día que me llegó el aviso, la cosa se ponía triste para todos, al avisar en la fábrica de mi próxima renuncia, el patrón trato de convencerme para que desistiese, ofreciéndome más sueldo, en ese momento pensé en el recién liberado que estaba sin trabajo, y se lo recomendé al dueño como un gran mecánico, mucho mejor que yo, como así era, puesto que su oficio fue de fogonero de barcos, y por lo menos conocía las llaves y sus calibres.
  • Como la obsesión del señor Briên, era esa famosa máquina, me preguntó si sería capaz de arreglarle, en caso de estropearse, yo le conteste afirmativamente, y lo aceptó a prueba, le enseñé a mi paisano el truquito del tornillo, incluso le aflojamos un poquito para que tuviese que intervenir antes de que yo me fuese, y como era de esperar, enseguida falló la máquina y mi paisano salió airoso de la prueba, con un contrato, un permiso de trabajo y con el mismo sueldo que yo tenía.
  • Todo salió satisfactoriamente, ellos resuelto su problema económico, el patrón feliz y yo también al saber que venía a tierras aztecas a vivir con libertad.
El buque portugués de pasajeros Nyassa.

El buque portugués de pasajeros Nyassa.

  • Embarcamos en Casablanca también en el último barco que salió con refugiados, el día 23 de septiembre de 1942 en plena guerra mundial, y exponiéndonos también está vez a las minas submarinas y demás cosas que podían surgir, era un barco portugués llamado el “Nyassa” que con anterioridad había hecho otro viaje con el mismo fin que el nuestro, llevar a refugiados con destino a México. En él, conocí a la que hoy es mi esposa. Y este barco fue la causa de muchos matrimonios, en él viajábamos 800 personas, todos refugiados españoles, fue un viaje muy bueno, en todos los sentidos, disfrutamos de las distracciones de un barco de pasaje, baile todas las noches, salón de tertulia, salón de música, bar, buenos alimentos y muy buena atención por parte de la tripulación, después  del mal trato por parte de las autoridades francesas en los campos de concentración, el despotismo de las mismas y el trabajos rudo, ya en libertad, esto nos parecía un sueño. 
  • ¿El viaje fue normal? 
  • Al pasar por la altura de Canarias como a las 10 de la noche, nos salió un submarino alemán y ordenó parar al barco para pedirles la documentación, como este barco era de un país neutral y tenía autorización, tanto por los del Eje como de los Aliados para poder navegar por esas aguas, nos dejaron seguir la ruta, esto fue otro susto más, pues tomando en cuenta que estábamos cerca del territorio español, que era donde ellos tenían sus bases, pensábamos lo peor, después nos enteramos que esté submarino venía viajando camuflándose debajo de nuestro barco. 
  • Una mañana, no recuerdo la fecha, nos cruzamos con un convoy que después comprobamos fueron los que desembarcaron en el norte de África y en mi vida creo vuelva a ver tantos barcos juntos, de guerra, como mercantes y portaviones, por la gran cantidad que eran no se podían contar, un avión que volaba sobre el nuestro, nos hizo parar y delante de este, tiraron una bomba de profundidad, dicen que para el submarino que se camuflaba.
  • Llegando a la isla de Trinidad, de ahí salía otro convoy más pequeño y por fin entramos en el puerto para pasar por el control británico donde nos pidieron la documentación y registraron nuestro pobre equipaje, allí estuvimos seis días y abordo murió una criatura, no permitieron que se le diese sepultura a pesar de los ruegos de nuestro capitán e hicieron salir al barco para tirarla en altamar, esto fue como a las dos de la noche y con un silencio absoluto, dimos el último adiós a otra parte de la carne de la emigración, después de todo lo que nos había hecho ya nada nos sorprendía.
  • Durante el viaje nació un niño, de un matrimonio de refugiados.
  • Empezamos a escuchar por el radio música ranchera, señal de que estábamos acercando a costas mexicanas.
  • Por fin una noche vimos la iluminación de Veracruz, al entra al puerto anclamos. Al día siguiente se acercaban lanchas con familiares y amigos de refugiados que habían llegado a estas tierras con anterioridad.
  • La emoción fue muy grande y la alegría fue mayor, atracamos en el puerto fiscal y a las cuatro de la tarde ya estábamos pisando tierra mexicana con 110 pesos que nos habían entregado a bordo los que componían la JARE (Junta de Ayuda a Republicanos Españoles).
Llegada de la primera emigración de refugiados españoles en el barco Sinaia a Veracruz, México, el 26 de mayo de 1939

Llegada de la primera emigración de refugiados españoles en el barco Sinaia a Veracruz, México, el 26 de mayo de 1939

  • Un grupo de compañeros nos fuimos a recorrer la ciudad y nuestro primer gasto fue tomar una cerveza y comprar tabaco y después entramos en el famoso Café de La Parroquia a cenar y a las nueve de la noche a tomar entre especiales que nos llevaría hasta la ciudad de México nos parece mentira que tuviésemos tanta libertad y abundancia de todo.
Imagen tomada del antiguo Café de la Parroquia (porque se encontraba justo enfrente de la Parroquia), a la extrema derecha en B/N la última persona es Fidel Castro

Imagen tomada del antiguo Café de la Parroquia (porque se encontraba justo enfrente de la Parroquia), a la extrema derecha en B/N la última persona es Fidel Castro

  • Unos compañeros de aviación se habían preocupado de buscarnos una pensión, “La Asturiana”, en las calles de Uruguay 117, allí estuvimos esperando hasta que nos fuimos acomodando en otros lugares más económicos, ahí fuimos el teniente coronel Mendiola, el comandante Aragón, el capitán González y yo, los cuatro en un mismo cuarto.
Casa de huéspedes  La Asturiana en la Calle de República de Uruguay 117

Casa de huéspedes La Asturiana en la Calle de República de Uruguay 117

  • Al día siguiente fuimos a las oficinas de la JARE donde nos volvieron a dar 300 pesos más, para pagar los derechos de migración que eran 30 pesos y con el resto podernos sostener hasta que encontrásemos trabajo.
  • Me compre un traje, dos mudas completas, pañuelos, corbatas y un par de zapatos, pues lo que traía no servía para nada.
  • ¿Consiguió trabajo pronto?
  • Ya bien presentable, a los ocho días me coloqué como agente vendedor de Mezcales Escudo Potosino y Zacatecano, era una marca nueva y me daban 100 pesos de sueldo más 50 centavos por cada caja vendiese, la venta estaba difícil, pero con lo que sacaba cubría los gastos. Después trabajé en diferentes lugares, hasta que entré en una fábrica de tejidos y me hice técnico acabador.
  • ¿Cómo les recibió la vieja colonia española?
  • De la vieja colonia española, nada agradable puedo decir, la mayoría eran franquistas y en vez de ayudar al derrotado, nos boicoteaban y nos llamaban rojos, nos queda la satisfacción a los refugiados, que nada les tenemos que agradecer y salimos adelante sin la ayuda de ellos, algunos contactos con los dedos de las manos si se portaron bien, estos pocos eran liberales, y también pasaron los suyos durante nuestra guerra, discutiendo con los terribles abarroteros franquistas, en honor a la verdad, después de transcurridos algunos años y habernos tratado, la mayoría cambiaron de forma de pensar con respecto al trato, y hoy convivimos en armonía.
  • No quiero pasar por alto que nuestra venida a este país se la debemos al General Lázaro Cárdenas, presidente de la República Mexicana que tanto durante nuestra guerra como después de ella, nos demostró ser un gran amigo de nuestra causa, todos los republicanos españoles, y en particular los que estamos en México, tenemos una deuda difícil de pagar a este hombre y a su país, parte de ella la hemos cubierto con nuestros conocimientos y trabajo, que es todo lo que podíamos dar, a nuestros hijos o hijos de México, les queda el resto de esta deuda, comportándose como buenos ciudadanos, como lo hizo el general Cárdenas, y trabajando con ahínco en pro de su país.
  • No olvidéis nunca la Madre Patria donde nacieron vuestros padres, ni tampoco que la España de hoy, no es la España de la conquista, y también debéis de pensar que, aunque los conquistadores son odiosos en todas las partes, los españoles nunca eliminaron a los indígenas, por el contrario, no tuvieron reparos en mezclar su sangre con la ellos.
  • ¿Y su estancia en México?
  • Aquí se formaron centros de regionales, y en ellos se organizaban fiestas, donde nos congregábamos la emigración. Ahí fue donde me comprometí en noviazgo con la que es hoy mi esposa, cinco años duró nuestras relaciones, pues por estar en una situación económica bastante mala, y tener que ayudar a mi madre y hermanas que residía en España cuando podía, no me fue posible casarme antes.
  • Al terminar la guerra mundial pude localizar a mi padre en Francia y le traje a esta, afectado del corazón. Cuando él pudo trabajar, me decidí a casarme y posteriormente trajimos a mi madre y hermanos.
Don Gonzalo Muñoz (padre), Severiana Herranz (“Seve”), Gonzalo Muñoz (hijo), en Veracruz

Don Gonzalo Muñoz (padre), Severiana Herranz (“Seve”), Gonzalo Muñoz (hijo), en Veracruz

Gonzalo, Seve e Isabel

Gonzalo, Seve e Isabel

  • De nuestro matrimonio nacieron nuestros hijos Isabel y Alfredo, los educamos lo mejor que pudimos, crecieron, y ya el resto de mi vida lo conocen, por lo tanto, considero, que aquí debo de poner punto final a mis memorias.

Isabel

Alfredo

Cartilla de Piloto Otorgada por el Ejercito Republicano en el Exilio de México, que lo exoneraba de hacer servicio militar

Cartilla de Piloto Otorgada por el Ejercito Republicano en el Exilio de México, que lo exoneraba de hacer servicio militar

  • ¿Desea agregar algo más señor Muñoz?
  • Quiero añadir a estas memorias un trabajo que realicé y me lleno de satisfacción por el éxito que tuvo.
  • Estando trabajando como acabador textil en telas Oxford, al mismo tiempo desempeñaba el puesto de jefe de personal, ahí me di cuenta de las calamidades y necesidades por las que atravesaban los familiares de los trabajadores por el raquítico sueldo del que disponían y por la irresponsabilidad de los mismos.
  • Estos, cuando cobraban su raya los sábados, se dedicaban ir a la cantina y allí dejaban casi o todo su dinero que con el esfuerzo de su trabajo habían ganado durante una semana. A algunos les duraba la borrachera, incluso, hasta el domingo y por tal motivo el lunes no acudían a su trabajo, por lo que mermaban sus ingresos y que como es natural, su situación económica era más difícil.
  • Otros, directamente de sus parrandas se presentaban a trabajar sin un centavo en los bolsillos, y, por lo tanto, sin haber dado el gasto en su casa, ni haberse presentado, esto era un mal ejemplo, que daban a sus hijos, y, además acarreaban disgustos con las esposas, pues estas, con justa razón, les reclamaban el sostén de la familia, el resultado era, que ellas tenían que buscar la manera de ganarse el pan por otros lados.  Durante la semana estos trabajadores, aunque quisieran no podían cumplir con su tarea como corresponde, por falta de alimentos, por preocupaciones, etc, etc, algunos, salían del paso momentáneamente, pidiendo prestado a personas que se dedicaban a eso, con el 10% de intereses semanales y con sus borracheras y el pago de sus deudas, no había manera que levantaran cabeza.
  • Los lunes, las esposas e hijos acudían a la puerta de la fábrica a pedirles el gasto, y, como era de esperar, y, en la mayoría de los casos, estas personas nada lograban.
  • Yo constantemente les aconsejaba y les hacía ver que no era esa la forma de comportarse, me escuchaban con atención y me daban la razón, pero en el momento que recibían dinero se olvidaban de todo mi pregón y otra vez volvían a la parranda.
  • Preocupado yo de esta situación y con deseos de hacer una labor social humanitaria, se me ocurrió proponer a la empresa hacer un economato, tienda económica, con el fin de poderles vender artículos de primera necesidad a bajo costo y dárselos a crédito, para descontarse los sábados días de raya. El gerente señor Joaquín Zagarra también refugiado, me escuchó con atención y aceptado mi petición, en un local del interior de la fábrica, empezamos a montar estanterías y mostrador, hecho por el carpintero de la misma, y, ya con toda instalación completa, la llenamos de comestibles adecuados, a la alimentación propicia que los trabajadores del país.
  • El día de la inauguración de la tienda, quise yo que fuese un lunes, y, di orden que, a cualquier hora de ese día, se despachase lo que se solicitase.
  • Fueron momentos emocionantes y de felicidad para todos, pues esas familias que acostumbran a comprar en pequeñas cantidades, de buenas a primeras se vieron con kilos y litros de diferentes productos y alimentados como posiblemente nunca lo habían estado.
  • El cabeza de familia trabajaba tranquilo, comía todos los días, rendía más, y se emborrachaba menos, porque cuando llegaba el sábado, se lo descontaban de su raya, todo lo que habían gastado, y el lunes volvía a reponer su despensa.
  • Con las pequeñas utilidades de las ventas, se fue ampliando la tienda, metiendo otros artículos como calzado, ropa, cuadernos, lápices y muchos más, a la empresa se le liquidó el préstamo que había hecho y mi idea era que con estas utilidades y con otra ayuda por parte de los empresarios, con el tiempo, empezar a construir unas casitas en terrenos que íbamos a solicitar al gobernador del estado, y con módicas rentas llegasen a hacerse propietarios de las mismas.
  • El siguiente paso fue, que con el 4% que se le daba a final de año como gratificación, más otro 4% que les pedí que dejasen como ahorro para liquidárselo todo al finalizar el año, abrir una caja de préstamo para acabar con los usureros, para esto, pedí a la dirección de la fábrica su colaboración haciendo la liquidación de ese 4% semanalmente en lugar de a final de año, pues para ellos era mejor hacer este pago parcialmente y así no sería tan gravoso pagarlo todo de un golpe.
  • También lo consulté con el sindicato y lo consideraron perfecto los préstamos se controlaban con el fin de que no pidiesen demasiado y debían justificar su necesidad y se les cobraba el 1% de interés semanal, estos intereses se les repartían equitativamente en las vacaciones de “Semana Santa”.
  • Logre también que la empresa diese una cantidad de dinero cada sábado a los jefes de departamentos, para que estos, a la vez, y, como si fuese cosa de ellos, lo repartiesen a los obreros que mejor se habían comportado. El fin de esta idea, era que hubiese mejor armonía y entendimiento entre jefes y trabajadores.
  • Para el día de las madres, se les vendía a bajo precio y en abonos, cortes de tela, algunos por fortuna, los menos, y para recoger un dinero inmediato, los vendían a menor precio, de lo que les costaba y su progenitora, si aún vivía, quedaba sin regalo, lo que quiere decir en términos mexicanos, estos individuos “no tenían madre”.
  • Con todo esto, mejoró considerablemente su situación económica y su comportamiento, tanto en su vida familiar, como en el trabajo, se regeneraron muchos del vicio de la bebida, y, aumentó, el interés de progresar.
  • Si esta labor la realizasen en todas las fuentes de trabajo de importancia que es donde se puede hacer, no habría tanta miseria como existe en la actualidad. Pero el capitalismo es ambicioso y ciego, y, sólo le interesa millones sin importar la vida de los demás, todo este trabajo logrado por mí, y, con la colaboración de la gerencia y de los mismos obreros, del jefe de almacén, y el contador, señores Gil y Ateño, estos dos últimos llevaban el control de la tienda el primero, y, el control de la caja de préstamos el segundo, ya que yo, procure no intervenir en esto directamente, para evitar malas interpretaciones, marchó sobre ruedas, hasta que un día cambiaron la dirección en la negociación, y, con nuevas ideas y malos sentimientos, de un plumazo lo echaron todo abajo y como resultado de esto, bajó la producción y al año y medio, tuvieron que cerrar la fábrica, y por consiguiente, quedamos todos en la calle ahí terminó todo. ¡Qué lástima!

Estos símbolos fueron mis dos amores políticos

“Canto a mi tierra”

Hace años salí de mi tierra,

una noche de agosto lunar,

la dejaba sangrante de guerra,

y privada de la libertad,

militares traidores a España,

la llevaron al caos sin piedad,

y después de una lucha con saña,

en su triunfo siguió la crueldad.

Santander es la tierra donde yo nací,

y vieron mis ojos la gloria en el mar,

Santander yo te añoro y te quiero,

y si algún día vuelvo será con libertad.

Isabel y Alfredo, antes de despedirme, creo es mi deber darles algunos consejos, por lo tanto, les ruego que soporten escuchándome unos momentos más.

LEGADO y TESTAMENTO

Estoy orgulloso de vosotros, porque sois buenos, dóciles y cariñosos, de seguir así, el corto o largo camino que me quede por recorrer, me lo haréis feliz. Seguid siendo honrados, serios y rectos en vuestros actos y seréis respetados y queridos por todas las personas decentes.

Del comportamiento de los padres, dependerá el de los hijos. No ser egoístas ni envidiosos y ayudad siempre que podáis al necesitado que se lo merezca, y sin echar nunca en cara el favor que estáis haciendo. Sé que no es necesario haceros estas recomendaciones por ahora, porque os apegáis a las mismas, pero considero, que si es conveniente dejarlo grabado como recordatorio.

Desearía no tener nunca que depender económicamente de vosotros y mucho menos ser una carga, si por desgracia no pudiese valerme por mis propios medios, prefiero ser internado en un asilo, pero eso sí os pido, no me olvidéis, y me visitéis periódicamente y si llegase a morir antes que vuestra madre, como así lo deseo, ella no la abandonéis y tratadla como una madre que siempre se ha desvivido por vosotros. Es todo lo que os tengo que decir queridos hijos, y recibid siempre de vuestro padre los besos y abrazos que desde que nacisteis os di.

Y 13 años después aun seguía disfrutando de su Veracruz amado

Hoy 25 de diciembre de 1985, se me ocurrió escuchar la narración de mi vida que grabé hace 13 años, quiero ampliar este texto, diciendo que actualmente tanto muy buena esposa, como yo, nos encontramos en perfecto estado de salud y muy felices, estos días por estar juntos con nuestros hijos y nietos, actualmente residimos en la ciudad de Veracruz, lugar donde arribamos a esta tan querida tierra mexicana, una vez más recibid nuestros queridos hijos y “nietucos”, el cariño grande de vuestros padres y abuelos.

Los queridos e inolvidables Seve y Gonzalo

Los queridos e inolvidables Seve y Gonzalo

Fiel a sus convicciones, así fue como vivió siempre tanto él, como Seve, hasta su muerte en Veracruz.

Gonzalo y Seve volvieron a España una vez que murió Francisco Franco (20/11/1975 Madrid, España) y luego de haber habido elecciones populares y democráticas.

Les rindo este pequeño homenaje a estos queridos tíos y a mis primos y sobrinos, por todo lo bueno que me dieron, por la enorme influencia que tuvieron en mi vida y porque se lo merecen, con enorme amor de mi parte su sobrino Robertín.

Nota del editor:

Esta es una transcripción precisa de la versión original grabada en propia voz de Don Gonzalo, y también fingiendo la del entrevistador.

Comentarios recientes

25.11 | 00:55

Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura

16.11 | 05:32

Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.

28.10 | 14:04

Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.

Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.

23.10 | 15:49

Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.

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