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El tema de las corridas de toros y su aprobación y desaprobación está ligado al gusto de la gente, a mí en lo personal me gustan mucho, admiro el valor del torero y que se está jugando la vida en cada lance, esto para entenderlo hay que ver muchas corridas, hay ocasiones que el toro es tan difícil que a diferencia de las corridas en que el toro parece que continuamente es engañado por el capote del torero, este espera por él a medio lance, para descubrirlo y cornearlo, y estas faenas para quienes saben tienen más valor que las otras.
Sin embargo, estoy muy consciente que este arte de arriesgar la vida ante un animal como lo es un toro, lleva subyacente un instinto primitivo de cazador, y que para algunas personas no les parece que sea un arte sino una masacre, en mi opinión personal y muy a mi pesar, este arte va a desaparecer porque evolucionaremos al no maltrato de los animales y entonces las corridas serán incruentas como en Francia que las banderillas se ponen con adhesivos y la muerte solo se interpreta. Pero, aun así, llegará el momento que como en el circo esto sea sin animales, o sea que la Fiesta Brava habrá acabado, y con ella tradición y cultura de los países que la festejan.
TAUROMAQUIA... EL ARTE DEL TOREO
“El toreo es un arte misterioso, mitad vicio y mitad ballet. Es un mundo abigarrado, caricaturesco, vivísimo y entrañable el que vivimos los que, un día soñamos con ser toreros”.
Camilo José Cela
La tauromaquia proviene de dos términos griegos que significan “toro” y “lucha”, aunque en el Diccionario de la Real Academia Española consta como “el arte de lidiar toros”. La Fiesta de los Toros es uno de los espectáculos más antiguos de la humanidad, ya que sus primeros antecedentes datan de la antigua Grecia, concretamente en la isla de Creta, afirma José Solé en “De Mixcoac a Creta, pasando por Pastejé”, texto incluido en el libro Tauromaquia Mexicana. Ya desde ese momento, hubo muchos detractores a este juego con la muerte, que se convirtió en arte. Los que están en contra de la fiesta, dan dos argumentos principales: que se “tortura” al toro con los puyazos y banderillas, y que la res muere en el ruedo.
Sin embargo, los opositores no entienden en lo más mínimo lo que es el toreo. Se fijan mucho en los accidentes, pero no en la esencia. El toreo es, ante todo, un arte, pues como todo arte posee dos características fundamentales: la estética y la técnica.
Si bien es cierto que el arte es un concepto un tanto subjetivo, casi siempre cumple con estos dos elementos. Pero el arte del toreo tiene algo más: el peligro. Decía David Silveti que el don más generoso que un artista puede dar, es que en aras de su obra ponga en juego la vida, y es que el torero sin duda deja en prenda su vida misma.
El toreo no es toreo porque se pique y banderillee a los toros, sino porque el torero, provisto de muleta o capote, domina las fuertes embestidas del toro de lidia con sangre brava y crea belleza, ritmo y plasticidad, eso es lo que gusta y llama la atención. Si lo que gustara fuera la sangre y las heridas del toro, o su misma muerte, en todas las corridas el aficionado saldría feliz, pero no es así porque también hay tardes sin triunfo. No se entiende a la gente que dice que los taurinos son sádicos, o preguntan por qué se va a ver ese salvajismo. El taurino no va a ver la sangre o la muerte del toro, va a ver belleza y temple.
Es un término que dentro del Diccionario de la Real Academia Española consta como “el arte de lidiar toros” (2001, p. 1455). La lidia como la conocemos en la actualidad nace en el siglo XVIII, cuando se abandona el toreo a caballo para realizarlo a pie (Todo Sobre España, 2009), siendo éste el punto de partida para la “fiesta brava”. Bien sabido es que las corridas de toros acarrean consigo años de tradición y cultura que se ven reflejados en el fortalecimiento de las relaciones humanas (Sabios del Toreo, s.f./2009) y en la creación de obras artísticas de toda índole (López, 2007; Molina, 1998).
Son muchos los especialistas en tauromaquia, que han demostrado que el encuentro del hombre con el toro tan antiguo se remonta a la prehistoria. El origen de este sentimiento hacia el mundo místico de la tauromaquia, está presente en las paredes de las cuevas prehistóricas.
En las pinturas rupestres del norte de España, el toro bravo está representado muerto, como objeto de valor material o como símbolo preciado de un logro victoriosos de lucha a muerte entre él y el hombre; mientras que en las paredes de las cuevas francesas y el levante español, el toro aparece formando parte de grupos numerosos, en movimiento y en actitud muy activa.
No hay duda que la lidia de toros en España llega a la más remota antigüedad. Descartado su origen griego, romano y musulmán, su origen se encuentra en la cultura celtíbera de la península. Los toros han estado presentes en la simbología religiosa celtíbera representando el poder, la fuerza y la virilidad para el guerrero celtíbero. La Plaza de Toros, muy probablemente de origen celtíbero, sería un templo donde tendrían lugar ceremonias de sacrifico de toros con objeto de recabar la ayuda y los favores de sus dioses paganos.
En Castilla y Extremadura, los Vettones, han dejado pruebas de su afición a los toros y de su misticismo como medio de comunicación con sus dioses paganos.
Influencias de la cultura grecorromana convirtieron la corrida de toros en un espectáculo. Las primeras corridas documentadas de toros tuvieron lugar en el siglo XII. Desde esta época, no había acontecimiento de alegría o de utilidad pública que no se solemnizase con una corrida de toros.
• Durante muchos años, la historia guarda un profundo silencio relativo a los pormenores que acompañaron a las luchas de hombres con los toros. Hasta el reinado de Alfonso VI no se hace mención a este enfrentamiento como entretenimiento de la nobleza y todas las referencias coinciden en que el célebre caballero Don Rodrigo Díaz del Vivarllamado el Cid Campeador fue el que primero alanceó los toros desde el caballo. Algunos autores, consideran esta cita como una recreación fantástica del poeta Moratín y que no deriva de fuente autorizada.
• En el año 1100 estaba ya extendida la fiesta de toros en España y conocida como peculiar de los españoles, pues el licenciado Francisco de Cepeda en su Resumida Historia de España, dice llegando a esta época; “Se halla en memorias antiguas que se corrieron toros este año en fiestas públicas, espectáculo sólo de España”.
• La primera referencia escrita data de en 1124, cuando Don Alfonso VII de Castilla se casa en Saldaña con Doña Berenguela la Chica, hija del conde de Barcelona. En dicho pueblo, tuvo lugar la primera corrida de toros documentada según crónica de la época.
• La segunda cita es de 1133 como celebración de la coronación del rey Alfonso VIII en Verea, Logroño.
• El 19 de junio de 1144, cuando el rey Don Alfonso VIII casó a su hija Doña Hurraca con el rey Don García de Navarra, también se celebró tan importante acontecimiento con una corrida de toros en León.
La cronología de los hechos relevantes de la tauromaquia, menciona después de estas citas, otras muchas ocasiones en que los reyes españoles, celebraban corridas de toros para conmemorar acontecimientos importantes. A medida que poco a poco progresaba la Reconquista de España del poder musulmán, el espectáculo de la corrida se extiendo por todo el territorio hasta llegar a ser la Fiesta Nacional.
Incluso se manifestó por parte musulmana, evidentes intenciones de emular a los caballeros cristianos. En la plaza Bibrambla de Granada, torearon muchos diestros musulmanes en la época de Boabdil el Chico. Hay referencias a Malique-Alavez, Muza y Gazul que fueron los más famosos y demostraron grades habilidades en el arte del toreo.
Los Reyes Católicos, aunque no prohibieron claramente la tauromaquia, la llegaron a anular, dando preferencia a las justas y torneos. Al considerar que eran cosas de árabes, trataron de extirpar cualquier vestigio musulmán en España. Cuando en 1490, se celebran en Sevilla, con gran boato, los desposorios de la infanta Isabel con don Alfonso de Portugal, disfrutaron todos de grandes festejos donde se excluyeron la lidia de toros.
Durante los siglos XVI, XVII el toreo sigue siendo un deporte a caballo que se va preparando para su la transformación final a la lidia a pie. Durante el reinado de la Casa de los Austria, se mantuvieron las corridas en la Plaza Mayor de Madrid, donde los nobles demostraban públicamente su valor durante sus enfrentamientos a lanza desde el caballo contra los toros. Cuando eran derribados, debían continuar la lucha a pie rematando a cuchilladas, haciendo alarde de su valentía rendían, de esta forma, homenaje a la dama cuyo corazón pretendía conquistar.
No hay duda que en esta nación se practica el toreo desde que hay toros. Forma parte de la actitud humana el burlar y sujetar a los animales salvajes; y en este aspecto, históricamente los españoles han sobresalido muy por encima del resto. Son conocidas las continuas referencias escritas que han blasonado las biografías de nuestros héroes; El Cid Campeador lanceaba a caballo, el Emperador Carlos V, a pesar de no haber nacido ni ser criado en España, toreó y mato de una lanzada a un toro en honor del nacimiento de su hijo Felipe II en la plaza Mayor de Valladolid; Felipe IV y el Rey D. Sebastián de Portugal también practicaban este noble arte del toreo a caballo. Entre los antiguos caballeros también hay que hacer referencia obligada aFernando Pizarro Conquistador del Perú y el famosoD. Diego Pérez de Haro, uno de los comandantes de las tropas aliadas en la trascendente batalla de las Navas de Tolosa, 1212.
El primer matador profesional en la historia fue Francisco Romero en 1726. Curro Romero de Ronda toreó por primera vez un toro tal como conocemos hoy la corrida, por primera vez se mató un toro cara a cara con estoque y muleta.
A la muerte de Carlos II, último rey de España de la dinastía de la casa de los Austria, le sucedió en 1700 Felipe V, nieto de Luis XIV rey de Francia. El desenlace final de la guerra de Sucesión asentó definitivamente a los Borbones en el trono de España. La llegada de los Borbones a España fue nefasta para los nobles aficionados a las corridas de toros, la llegada de nuevos gustos a la Corte, hizo que se eclipsaran los antiguos deportes. Felipe V, mostró desde su llegada al trono de España una aversión sin límites a la lidia del toro.
El cambio de dinastía en el trono de España, desencadenó afortunadamente una transformación que sin duda favoreció la evolución positiva de la Fiesta Nacional. La fiesta de los toros, pasó a ser profesión de personas necesitadas y plebeyas, que, sintiendo afición a tan arriesgada menesteres, encontraban en el oficio no sólo una manera lícita de vivir, sino también la admiración popular enaltecida por el arrojo ante los mayores riesgos y peligros. Los matadores, peones de brega y varilargueros eran, por consiguiente, hombres rudos, de poca o ninguna instrucción, pero, en general, de condición honrada y generosa.
Fue tal la popularidad de toros en aquella época, que el gobierno dispuso se construyesen las primeras plazas dedicadas a la lidia, en diferentes ciudades del reino y cuyos ingresos económicos irían destinados a la beneficencia. El interés material llamó a diestros valerosos que se disputaban las suertes con el toro bravo. Poco apoco se fue desarrollando la profesión y lo que antes era un pasatiempo y prueba de extraordinario valor, ahora era ya se convirtió en una profesión regulada y reconocida.
En este estado de cosas apareció como lidiador de a pie el célebre Francisco Romero a quien se le debe la invención de la suerte de recibir. Suertes arriesgadísimas de matar al toro cara a cara sin más ayuda que la de la muleta. He aquí lo que sobre este padre de la tauromaquia dice un entendido escritor contemporáneo:
“Sin más elementos que los que la práctica le suministraba introdujo Romero cuantiosas mejoras en la lidia de á pie y cada día inventaba una nueva suerte que le proporcionaba merecidos elogios y la admiración general pero la más principal y a la que debían rendir tributo todas las demás era la de matar al toro cara á cara con la ayuda del estoque y muleta esta suerte que desde luego se graduó la más difícil y expuesta necesitaba ensayarse con toda exactitud para instruirse de sus incidentes y evadirse con conocimiento del peligro"
Romero reclamó la ocasión de probar la nueva suerte frente a un toro. La ocasión no se hizo esperar y como los caballeros maestrantes estaban interesados en ello y anunciaron una corrida de toros en la que el lidiador Romero debía hacer su primera salida y matar al toro cara a cara. Se presentó Romero en la plaza con un traje a propósito para la operación que debía practicar el cual consistía en calzón y coleto de ante correón ceñido y mangas acolchadas de terciopelo negro.
Pero todo tiene su parte positiva, incluso la del advenimiento de los Borbones a España. La presión del monarca en la Corte hizo que la nobleza dejara de tomar una parte activa en las corridas y se privó al espectáculo de pompa y brillantez, pero técnicamente se perfeccionó y el toreo evolucionó hasta la actual corrida de toros, se popularizo el toreo a pie en detrimento del toreo a jineta. Hasta aquella época sólo los lances a pie consistían en bajarse el jinete a recoger la lanza o cualquiera otra cosa que se le cayera a tierra no pudiendo volver a cabalgar sin haber antes desjarretado al toro. En esta época, el toreo dejó de ser privativo de las clases elevadas para convertirse en un espectáculo profesional.
Francisco Romero, entrando a matar frente a frente al toro; un innovador de la Fiesta. Del tratado de García Carabaña
Sentimientos de emoción y dolor se unen en este espectáculo donde uno tiene necesariamente que morir para que el otro protagonista recoja los frutos de la gloria y su memoria quede para siempre entre nosotros. Recordemos en esta página los sentimientos de Federico García Lorca por la muerte de su amigo Ignacio Sánchez Mejías. En estos versos reconocidos como su culminación poética, presenta la muerte como un hecho abstracto, personaliza en su amigo, Ignacio Sánchez Mejías.
11 de agosto del año 1934, Ignacio Sánchez Mejías toreaba en Manzanares (Ciudad Real) sustituyendo en el cartel a Domingo Ortega; él no quería torear ese día en Manzanares, pero las circunstancias le obligaron y finalmente accedió a matar la corrida de toros. El cuarto de la tarde, “Granaino”, un toro manso y astifino, le empitonó de muerte en el segundo lance de su faena. Ignacio estaba sentado en el estribo de la barrera, desde donde acostumbrara a iniciar sus faenas, “Granaino” se lo llevó enganchado hasta los medios con la asta dentro del cuerpo. La gangrena se lo llevó para siempre en Madrid la mañana de 13 de agosto de 1934.
Ignacio Sánchez Mejías, figura polifacética, fue además de torero y presidente del Betis, un torero intelectual, autor de varias obras teatrales y que por sus inquietudes literarias fue amigo de los poetas de la Generación del 27. Federico García Lorca le escribió un poema cumbre de la literatura castellana:‘Llanto por Sánchez Mejías’
“A las cinco de la tarde
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta
de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco do la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
Federico García Lorca. La Cogida y Muerte (Fragmento). Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935)
La Lidia del toro bravo, no es un espectáculo como el teatro, el futbol, cine, ..., es algo más fuerte, es la muerte de verdad. El hombre da la posibilidad al toro de que pueda matarlo, es una posibilidad real que sólo tiene lugar en la corrida. Lo dramático del enfrentamiento se encuentra en que es esta la única situación real en la actualidad, donde la vida del hombre se expone voluntariamente a morir por un animal.
Los españoles son sensibles y solidarios, no sólo cuando ven una fatal desgracia en sus semejantes, sino también cuando la prevén o la temen. Los espectadores no van a la plaza a ver morir al torero, sino a verle cómo no muere. A los espectadores les gusta la grandeza del espectáculo, pues no hay otro tan alegre y popular como la Fiesta de los Toros.
¡Que no quiero verla!
Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.
¡Que no quiero verla!
Federico García Lorca. Sangre Derramada, Fragmentos. Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935)
Los toros son una de las tradiciones españolas más conocidas en todo el mundo y al mismo tiempo la más polémica.
Esta fiesta no existiría si no existiese el toro bravo. El origen de esta raza de animales se la encuentra en el primitivo urus o uro que no habitó exclusivamente en España, pero sí es en este país donde encontró su mejor asentamiento.
Un importante precedente histórico se considera a los ejercicios de la caza del uro en la que se dieron los primeros enfrentamientos, en ellos, más importante que la propia fuerza física, eran la habilidad y destreza. Es quizás en estas tradiciones tan antiguas donde se puede encontrar el origen de las corridas de toros.
Los aficionados taurinos comprenden a las corridas de toros como una fusión entre el toro y el torero, y al mismo tiempo cada uno representa algo grandioso, como, por ejemplo, el torero representa a un héroe o una figura en esencia mitológica, mientras que el toro representa la bravura, la virilidad, la nobleza y la belleza (Sabios del Toreo, s.f./2009). Asímismo, las corridas de toros envuelven ciertos aspectos que las hacen ser consideradas por ciertas personas como una obra de arte. Por ejemplo, los trajes de luces utilizados por los toreros, los cuales son elaborados minuciosamente por sastres, los diferentes lances maniobrados a lo largo de la corrida (Escuela Internacional, S.L., 2007), que representan para los taurófilos movimientos valientes, elegantes y exuberantes de masculinidad (Cáceres, 2009), y las grandes creaciones arquitectónicas que constituyen las plazas de toros. Es por todo esto que grandes autores como Goya, Hernest Hemingway, y Federico García Lorca han escrito, hablado y representado en pintura a la tauromaquia.
Comentarios recientes
25.11 | 00:55
Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura
16.11 | 05:32
Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.
28.10 | 14:04
Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.
Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.
23.10 | 15:49
Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.