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Sobre todo, se agregó la seda y los ricos bordados en oro y piedras preciosas. Los flecos y adornos predominaban en sus trajes que poco a poco fueron infiltrándose en la zona occidental, por ejemplo con el uso del manto semicircular, agarrado desde el hombro derecho, ya que no tenía ningún agujero para pasar la cabeza. El manto era símbolo de status, y no sólo para protegerse del frío. Los mantos oscuros simbolizaban que la persona atravesaba un período de duelo.
También con la invasión árabe se comenzaron a utilizar nuevas telas, y en aquellos pueblos que no lograron escapar a su dominio, se impuso su singular vestimenta de anchos pantalones (zaragüelles), el uso de la faja, el turbante y la túnica corta abotonada y ajustada (aljuba).
Cuando los españoles iniciaron la Reconquista, emprendieron la campaña usando la camisa como ropa interior, y luego varias túnicas superpuestas, que terminaban con el rial, ceñido al cuerpo hasta la cintura (jubón) y que luego se ampliaba en volados, que poco a poco fueron dejándose de usar. Era abotonado y decorado con bordados.
En cuanto a las mujeres, se hizo común el uso de faldas de forma cuadrada, con un agujero en la cintura y cuatro picos en el extremo inferior. Predominaban las líneas rectas y las mangas ajustadas.
Cubrían sus cabezas con cofias o tocados, sujetas con cintas que se ataban debajo de la barbilla. Se protegían del frío con mantas o capas. También al igual que los hombres, usaban pellotes. No usaban calzas ya que las piernas no se cubrían.
La época medieval fue un período de grandes desigualdades sociales alcanzando a todos los órdenes de la vida. En las sociedades del medievo todo se encontraba estratificado, y la vestimenta no era la excepción sino mas bien, un factor determinante para etiquetar a los individuos. Según al estrato social al que pertenecía cada individuo así eran sus ropajes y manera de vestir.
Las modas de la Roma Imperial, poco a poco, fue sustituida por otros ropajes. Togas y túnicas se cambiaron por tejidos de punto y malla, característicos de esta nueva etapa, conocida como Edad Media, que se inicia en el año 476 hasta 1453~1492.
Los bárbaros, por su parte también aportaron a este nuevo vestuario la costumbre del uso de “bragas” que cubrían las piernas, prendas semejantes a los pantalones, o las “calzas”, éstas adheridas a la pierna, bordadas y adornadas, ajustadas ambas en las pantorrillas, por medio de correas entrecruzadas.
Usaban generalmente dos tonos de ropa, el lado izquierdo no era del mismo color que el derecho, los nobles las usaban de color rojo. Las túnicas, que antes carecían de mangas o las poseían muy cortas, ahora las anexaron.
Se siguieron usando las capas de lana rectangulares (clámides) pero ahora con mayor amplitud.
La mayoría de la ropa era hilada, cortada y cosida por las mujeres de la familia.
Lino pegado al cuerpo, lana y pieles baratas para el abrigo, constituían en el mejor de los casos a lo que un siervo, o un villano podía aspirar (esto, claro está, cuando el lino no terminaba en los depósitos del señor feudal). Los colores quedaban reducidos a las tinturas de más fácil y barata elaboración, obviamente estos colores variaban sutilmente dependiendo de la zona donde se encontraban.
Entre los pobres abundaban los colores naturales de las telas, gris y marrón (hay representaciones de vestimenta celeste y verde, pero se consideran de carácter alegórico y no de rigor histórico.
Generalmente son representados con camisolas diversos largos de manga, pero con un largo no superior a la terminación de la cadera.
Generalmente los registros hablan de que el largo de la túnica alcanzaba las rodillas y que en el año mil en Francia se acortó (aunque no sin antes calificarla de impúdica) sobre la rodilla para los hombres y con una boca manga de hasta 3 pies de largo.
Dentro de las menciones cristianas se encuentran a la vestimenta de Duelo (negra o blanca) lo cual hace pensar que también en este periodo en particular eran colores particularmente baratos o fáciles de conseguir.
Se cree que durante el invierno calzaban zuecos de madera, y durante el verano permanecían descalzos.
Por su parte los niños quedaban confinados a una túnica de saya, que lucían a media pierna, generalmente descalzos y sin otra ropa.
Se conjetura, (existen apenas representaciones anteriores al siglo XV), que las mujeres usaban aproximadamente el mismo largo que las damas, sin variar en demasiado más sus trajes con los de los infantes.
Respecto a la ropa de trabajo son abundantes las menciones de delantales y calzones de pieles baratas (conejo u oveja) para el invierno, también sobre gorros o sombreros que identifican al propietario con determinado gremio o profesión.
Los más afortunados que gozaban de mayores privilegios sociales y económicos, vivían en un mundo más colorido, donde la ropa era generalmente más larga y brillante.
El lino era más apropiado para las ropas de los más pobres, mientras que la seda era el tejido que empleaban los más poderosos, engarzada y bordada con oro, a menudo con forros de pieles exóticas, incluyendo raras importaciones del África o del medio oriente, pero el zorro, el lobo y en las regiones más frías el oso, parecen haber sido las más populares.
Traje medieval de saya y sobreveste
Respecto a las mujeres parece pertinente decir que entre las mujeres jóvenes se permitía un discreto escote (usualmente tapado por un velo de lino cerrado por una pieza de joyería), pero la falda siempre por debajo del piso (hay menciones de vestidos de día de hasta 6 pies de largos) y los brazos tapados por una camisola de lino o seda (en el caso de las mejor venturadas).
Lilas, negro y blanco (para el duelo), escarlatas, celestes, azules, dorados, rojos, plata, verdes puros, amarillos, rosa y Púrpura. Son mencionados como los colores utilizados por las elites del periodo, cabe resaltar que los colores se usaban en tintes brillantes, ya que esto requería una cantidad de tintura mayor y por lo tanto demostraba un mayor poder adquisitivo.
En cuanto a los barones, mención aparte, ya que para las galas vestían a la usanza de las nobles de Constantinopla (incluyendo joyería), pero en el día a día, vestían con vestimentas similares a los de los campesinos, quizás más ricamente adornadas.
Calzaban botas (generalmente se las menciona verdes) o zapatos con una prolongación en forma de punta de diversos tipos (con o sin orejas, hasta 3 pies de largo).
El mundo bizantino, aportó su lujo y su nueva variedad de telas.
Se continuaron usando las túnicas talares, llamadas así porque llegaban hasta los talones, denominadas gonel y encima un sobre-gonel... Éste fue evolucionando, agregándosele un cuello o esclavina recibiendo el nombre de garnacha. Este cuello luego fue descartado, y la prenda se hizo más corta, siendo el antecedente de nuestro gabán.
El pellote era una especie de vestido largo y abrigado ya que se forraba habitualmente con piel de conejo. Las cabezas eran adornadas con sombreros cilíndricos o birretes.
Para la guerra se usaban cotas de malla, sobre túnicas de lana, armaduras, escudos y yelmos de hierro, pues las luchas eran cuerpo a cuerpo, y cinturones para sostener las espadas.
Los religiosos, de gran influencia en el cristiano mundo medieval también contaban con ropas típicas, muchas de cuyas características aún subsisten. Para las grandes ocasiones, los obispos usaban la mitra, o toca alta y puntiaguda, el báculo pastoral (bastón); la capa, y la dalmática, túnica abierta por los lados, en muchas ocasiones finamente adornada, con hilos de oro y plata.
En cuanto al calzado, ambos sexos usaban una especie de zapatillas abiertas fabricadas con cuero, de cabra para las clases más adineradas, o de vaca para el común de la población. A veces, los hombres llevaban botas.