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El ajedrez es tal vez el juego más popular que exista en el mundo. Es un juego milenario en el que se premia la estrategia e inteligencia de los jugadores. Un tablero cuadriculado con casillas negras y blancas y con una variedad de fichas diferentes con distinta posibilidad de movimientos. Pero no siempre ha sido así, ha sufrido diversos cambios.
En la India del siglo VI el filósofo y brahmán Sissa, hijo de Dagir, inventó para recreo de su señor un juego que llamó chaturanga o juego de las cuatro partes.
Era un juego de estrategia o de guerra que daba ideas al respecto de cómo disponer, distribuir y mover las alas de ejército en batalla, y cuyas piezas originales eran el rey, un ministro, caballos, carros y peones o infantes.
No se movían como hoy: el carro se correspondía con las torres actuales y se movían en línea recta, ya que los carros realmente carecían de ángulo de giro. A diferencia de hoy, el rey podía saltar hasta tres espacios y podía ser capturado.
De la India pasó a China. Los persas lo llamaron Shatranj: de la palabra sha = rey, de donde se dijo sha-mat = jaque mate: el rey está muerto.
En Persia conocieron este juego los árabes, que lo introdujeron en España hacia el año 1000.
Seguramente, la primera ciudad occidental en jugar al ajedrez fue Córdoba.
Los españoles trajeron el juego a América en el siglo XVI.
Pero hubo algunas diferencias en las fichas o piezas que vamos a ver ahora.
El ministro o consejero, compañero del rey en el juego originario, se convirtió en la Edad Media, acaso en Francia, en la figura de la reina, motivado tal vez por una confusión lingüística.
Al principio la reina se movía como el rey: un espacio en cualquier dirección y ángulo, y era la pieza más débil, aparte del peón.
A partir del siglo XV la reina se convirtió en la figura más importante del ajedrez, la más poderosa y peligrosa.
A ella seguía en importancia el alfil, del persa pil = elefante, que se convirtió en obispo hacia la misma época. Los movimientos de esta pieza eran limitados: dos espacios en diagonal.
Las únicas piezas que no han variado prácticamente desde sus orígenes han sido el caballo y los peones.
Fue siempre un juego absorbente, tanto que a veces llegó a ser prohibido, caso del Concilio de París, del siglo XIII.
El campo de juego o tablero, así como los colores blanco y negro de las casillas o escaques actuales surgieron en el XIII, al parecer diseño de Alfonso X el Sabio en la corte de Toledo.
En la segunda mitad de aquel siglo, el autor de la Divina comedia, dante, cuenta que siendo joven conoció en Florencia a un musulmán capaz de mantener tres partidas en marcha y ganarlas.
Fue juego importante a lo largo del Renacimiento y Siglos de Oro en España, donde hubo escritores, teóricos y grandes maestros de la importancia de Rui López de Segura (1561), autor del Libro de la invención liberal y arte del axedrez.
De esa época datan las reglas actuales del juego de ajedrez: de hecho, el primer concurso internacional de ajedrez se organizó en Castilla en 1562, y en él se enfrentaron los maestros españoles Alfonso Cerón y Rui López a los italianos El Putino y El Siracusano.
Ganaron los italianos porque El Putino hizo honor a su llamativo apellido e incurrió en numerosas irregularidades.
A principios del siglo XX la primacía o iniciativa en lo que al ajedrez tocaba seguía estando en manos españolas.
Leonardo Torres Quevedo creó por entonces el ajedrez mágico; este genial programador cántabro fue tan fértil en inventos que, en 1951, en el Congreso Cibernético de París, Norbert Wiener quedó asombrado ante aquel ingenioso artefacto que le derrotó en una partida muy sonada.
Se trataba de un tablero de metal electromagnético con tres piezas: el autómata juega blancas sólo con el rey y una torre, mientras su contrincante juega con el rey negro, pudiendo desplazarlo como quiera, lo que hace que sus movimientos determinen los de las fichas blancas, que siempre ganan.
La primera partida de ajedrez jugada contra una computadora tuvo lugar en 1959 entre el norteamericano Arthur Samuel y la máquina, que fue la que ganó la partida. Y el primer microordenador de ajedrez fue el Chess Challenger 3, de Estados Unidos, en la década de los setenta.
Comentarios recientes
25.11 | 00:55
Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura
16.11 | 05:32
Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.
28.10 | 14:04
Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.
Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.
23.10 | 15:49
Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.