A Relax Place
La República luchando con la Legión Extranjera
Humorismo Español
De la escuela Militar de Saint Cyr han salido los mejores militares de Francia y una vez graduados, han de hacer el aprendizaje en Ejército Colonial.
En el mes de junio del 41, llegaron a Zagara, los nuevos oficiales aun barbilampiños, llenos de ilusión y pletóricos de entusiasmo para hacerse célebres. Habían de hacerse cargo de aquellos soldados que formaron la Legión y al día siguiente de su llegada había de celebrarse la ceremonia de presentación.
El sargento francés viejo veterano, bien curtido por el sol, el aire y las balas y mejor psicólogo de sus hombres había de ordenar la formación y hacer la presentación.
Antes, ya había puesto en conocimiento de la tropa, la hora en que habrían de formar y una recomendación de que fueran "buenos chicos”, no muy seguro de que aquella fuerza heterogénea, no le guardara alguna jugada. La noche avanzaba y desde las almenas, los centinelas oteaban los cuatro puntos cardinales y el oído bien agudizado por si el enemigo hacia su aparición.
Cantos y bailes, juramentos, maldiciones, en una confusión de locura era lo que precedía al sueño. Un granadino tuvo la idea de dar un susto a los nuevos jefes y propuso que minutos antes de la formación se sentaran todos en un gran circulo y que, provistos de cascos de acero, les pondrían entre sus pies como si fuera un lago y un palo con un hilo, imitando una caña de pescar, esperar la aparición de los oficiales con rostro serio y sin hacer caso a las advertencias de los citados oficiales.
Dicho y hecho, todos y cada uno se hicieron de la "caña de pescar y aguardaron al día siguiente en que darían el susto que ellos esperaban.
Las siete de la mañana y la llamada a la formación, pero poco antes, nuestros legionarios, con una seriedad en la que dejan chicos a los ingleses, ya ocupaban sus puestos en la formación del gran circulo, con sus cascos llenos de agua y su caña y cuerda en disposición de coger algún salmón.
La puerta se abre y aparecen los flamantes oficiales precedidos del veterano sargento. El estupor primero, y la cólera después, fueron las expresiones que se dibujaron en los rostros de los futuros generales
¿Qué es esto? interrogan al sargento-. Mis tenientes, déjenlos que están todos locos. Asustados los dos jóvenes de retiran con precipitación y exclaman ¡a buen sitio nos han traído!
-Señores oficiales, no se alarmen y no intenten someterlos en una disciplina, porque fracasarán, déjenlos y cuando llegue la hora del combate, verán que ellos sin mandos, saben lo que hacen y ustedes ganarán honores que ellos les darán. Convivan con ellos como hermanos y verán lo buenos y bravos- les dice el sargento. El circulo se rompe y las carcajadas y la algazara llegan a los oficiales no repuestos del susto y bien pronto la relativa tranquilidad preside a la fuerza que en el desierto y bajo el sol abrasador esperan ansiosos al enemigo.
Ahora, los centinelas dan la alarma y los indisciplinados enardecidos por el clarín llamando a las armas, sin voces y conscientes de su deber ensillan caballos y camellos y empuñan las tercerolas dispuestos al ataque.
El enemigo hace su aparición tras las dunas, y la puerta de la alcazaba, se abre, para soltar todos los impulsos contenidas en el corazón de aquellos sucesores de los tercios de Flandes.
Los caballos saltan y se encabritan y la orden de ataque es dada. Como un alud, envueltas en una ola de arena, con los rostros pálidos de emoción avanzando hacia sus enemigos. El choque es terrible y los alfanjes de los beduinos chocan con el sable de los legionarios y aquí cae un árabe y allá un legionario, hasta que la fuerza y el coraje se impone en los legionarios y los beduinos emprenden la retirada. Entran en acción las tercerolas. Y persiguen lejos, muy lejos a los asaltantes que van regando en las desérticas arenas, el suelo de cadáveres o heridos.
Las voces de mando no son escuchadas y los nuevos jefes contagiados del ardor y maestría unen sus sables y se confunden con la tropa, jadeantes y van transportando sus heridos y muertos, regresan a la alcazaba a reposar de la dura prueba.
Así, los indomables legionarios recibieron a los flamantes oficiales de la famosa escuela de Saint Cyr.
Comentarios recientes
25.11 | 00:55
Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura
16.11 | 05:32
Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.
28.10 | 14:04
Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.
Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.
23.10 | 15:49
Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.
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