Los Caballeros del Círculo Dorado, la sociedad secreta que pretendía crear un imperio esclavista panamericano.

Miembros del KGC / foto Treasurenet

Miembros del KGC / foto Treasurenet

Como ya hemos contado en artículos anteriores, el siglo XIX fue el de las sociedades secretas. Las hubo de todo tipo, desde las masónicas a las reaccionarias, pasando por las religiosas, nacionalistas, militaristas, racistas, culturales, ocultistas y prácticamente lo que uno pueda imaginar.

Además, no fue algo limitado a Europa sino extendido por todo el mundo y, claro, Estados Unidos no iba a quedarse al margen. De ese país nos quedamos hoy con una realmente curiosa, empezando por el nombre mismo: la KGC (“Knights of the Golden Circle”), siglas de los Caballeros del Círculo Dorado.

No se trataba de una orden de caballería sino de una sociedad de corte imperialista y esclavista que aspiraba a crear un gran país panamericano que incluyera territorios de sus vecinos continentales, fundamentalmente de México, aunque también manejaba Centroamérica, el Caribe e incluso la parte norte de Sudamérica.

Eso sí siempre supeditados a un país, la Confederación, donde la primacía sería de los estados del sur de EEUU. Conviene resaltar que este proyecto es anterior a la Guerra de Secesión y su origen estaba vinculado a la oposición al cada vez más intenso abolicionismo que se promulgaba desde los estados del norte.

Esa nueva mega-entidad es la que recibiría el nombre de Círculo Dorado -o Círculo de Oro- y abarcaría una extensión de tres mil novecientos kilómetros cuadrados.

Reunión de los caballeros/Imagen: KGC

Reunión de los caballeros/Imagen: KGC

Por tanto, es fácil deducir que los caballeros en cuestión eran básicamente simpatizantes del Partido Demócrata, los más reacios a acabar con el sistema esclavista por creer que ello supondría su sustitución por una industrialización deshumanizada cuya mano de obra estaría pagada con salarios míseros.

La idea de anexionarse el norte de México y extender así las tierras susceptibles de cultivo con esclavos a gran escala (se dividiría en veinticinco provincias dedicadas específicamente a la agricultura trabajada de esa manera) también era una parte importante del programa, según el fundador de la sociedad.

Éste fue un médico natural de Indiana, pero residente en Cincinnati, Ohío, llamado George Washington Lafayette Bickley. Tras una vida aventurera, se había convertido en un galeno sin título y erudito, siendo fundador de una sociedad de estudios históricos y autor de una historia sobre las guerras indias en Virginia.

Ámbito del Círculo Dorado/Imagen: Spesh531 en Wikimedia Commons

Ámbito del Círculo Dorado/Imagen: Spesh531 en Wikimedia Commons

George Bickley/Foto: Cincinnati Curiosities

George Bickley/Foto: Cincinnati Curiosities

En 1851 se estableció en la citada Cincinnati, donde le ofrecieron el puesto de profesor de medicina alternativa mientras seguía publicando libros, unos de botánica y otros de ficción. Acosado por acreedores, tuvo que dejar la ciudad y empezó una gira por el sur del país promoviendo su idea de una expedición a México; obtuvo bastante atención en Texas, que al fin y al cabo se había independizado de una forma análoga.

Sin embargo, la fecha oficial de la creación del KGC fue el 4 de julio de 1854, cuando, junto a otros cuatro miembros, se redactó y firmó el acta oficial en Lexington (Kentucky), aunque la primera sede se ubicó en Cincinnati.

En 1858 se abrieron castillos (el romántico nombre que se daba a las sedes) en Texas y Louisiana. Ese mismo año el senador Samuel Houston, artífice de la independencia texana, propuso a la cámara iniciar una campaña cuyo resultado fuera la creación de un gran protectorado al sur de EEUU que empezara en tierra mexicana y se extendiera por Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Costa Rica pero la propuesta fue desestimada.

Dred Scott/Foto:dominio público en Wikimedia Commons

Dred Scott/Foto:dominio público en Wikimedia Commons

Entretanto, la sociedad seguía creciendo y en la primavera de 1860 ya contaba con cuatro mil miembros repartidos por una veintena de castillos, todos encuadrados militarmente a las órdenes de Elkanah Greer, un general que en breve combatiría en la Guerra Civil a favor de la Confederación.

Algunos de ellos integraron un contingente armado que llegó hasta Río Grande, donde Bickley debía unírseles con refuerzos traídos desde Nueva Orleans, Sin embargo, a Bickley le resultó imposible encontrar suficientes fuerzas y la cosa quedó en nada, lo que le acarreó un enorme descrédito y la expulsión.

No obstante, al mes siguiente él convocó una convención de la sociedad en Raleigh (Carolina del Norte) y volvió a hacerse con el control del KGC.

Bickley empezó a organizar una nueva campaña militar pero las cosas habían cambiado en EEUU y ahora era la política nacional la que reclamaba la atención.

El KGC era un firme partidario de James Buchanan, presidente por el Partido Demócrata desde 1857 en sustitución de su compañero ideológico Franklin Pierce, ya que Buchanan era partidario de respetar el derecho de los estados del sur al esclavismo; así lo había declarado en el discurso inaugural advirtiendo del riesgo de fractura del país.

Apenas un par de días después, el Tribunal Supremo dictaba sentencia sobre el caso Dred Scott contra Stanford, por la que el primero, un esclavo negro que reclamaba su libertad por haber conseguido refugiarse en el norte, debía ser devuelto a su antiguo dueño porque a los esclavos no se les reconocía la ciudadanía estadounidense. El país quedó sumergido en una ola de violencia entre esclavistas y abolicionistas que no auguraba un futuro halagüeño para EEUU.

Franklin Pierce/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

Franklin Pierce/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

En ese turbulento contexto, agravado por el llamado Pánico de 1857 (una terrible crisis económica que afectó tanto a la industria como al campo y la banca, sobre todo en el norte), fue creciendo la sensación en los estados sureños de que era necesaria la secesión para proteger sus intereses y el KGC retomó su idea del Círculo Dorado separándose de los estados del norte por la línea Mason-Dixon (una antigua frontera colonial que pasaba por Maryland, Pensilvania, Delaware y Virginia Occidental).

En 1859 se produjo el incidente de Harper’s Ferry (un grupo de fanáticos abolicionistas asaltó un arsenal) como manifestación más extemporánea de una serie de incidentes menores y boicots mutuos entre ambos bandos. La victoria de Abraham Lincoln en las elecciones presidenciales supuso el definitivo cambio de orientación de los Caballeros del Círculo Dorado: la aventura mexicana quedaba aparcada y el objetivo inmediato pasaba a ser el secesionismo.

El 15 de febrero de 1861 una fuerza de medio millar de hombres dirigidos por el ex-ranger Ben McCulloch , ocupó el arsenal federal de San Antonio, entregado sin lucha por el general David E. Twiggs, quien fue premiado con un mando en el ejército confederado.

Ciento cincuenta de aquellos hombres pertenecían al KGC, al igual que otros muchos que protagonizaron otras acciones por el estilo en lo que era un clima prebélico patente. Ese mismo año, varios de ellos se adueñaron temporalmente de parte de Nuevo México a las órdenes del teniente coronel John Robert Baylor en una campaña que se repitió al año siguiente. A la par, otros atacaban intereses unionistas.

Clement Vallandigham/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

Clement Vallandigham/Foto: dominio público en Wikimedia Commons

Curiosamente, no todos los caballeros eran sureños. El expresidente Franklin Pierce se ganó fama de ser uno de ellos por sus críticas contra Lincoln, si bien él lo negó rotundamente. De hecho, la sociedad ya se había extendido por lugares alejados del sur como Kentucky, Ohío, Illinois, Missouri, Iowa e Indiana.

A los miembros norteños, que eran pro-esclavistas, se los llamaba popular y despectivamente copperheads (un tipo de serpiente venenosa) porque se manifestaban contrarios a la guerra, oponiéndose al reclutamiento obligatorio y escondiendo a los desertores, lo que desencadenó su represión con múltiples detenciones.

Al desatarse las hostilidades, el KGC participó activamente, tanto en el plano institucional como en el individual, aunque en el primer caso la sociedad se vio envuelta en un turbio asunto de estafa con la emisión de bonos a su nombre. A finales de 1863 se produjeron una serie de cambios tras una reorganización de su estructura que dejó fuera al fundador -sustituído por el copperhead Clement L. Vallandigham– e impuso un nuevo nombre: Orden de los Caballeros Americanos, que poco después volvía a cambiarlo por el de Orden de los Hijos de la Libertad.

Según algunas fuentes bastante fantasiosas llegaron a sumar unos trescientos mil miembros, pero su momento había pasado ya.

La potencia industrial de la Unión y sus continuas victorias en el frente, que decantaban claramente la contienda hacia su lado, llevaron a la sociedad a la disolución a despecho de los sectores más extremistas, no obstante, minoritarios.

George Bickley, que servía como cirujano militar, estuvo en prisión desde el verano de 1863 hasta el otoño de 1865 acusado de espionaje. Y aunque ya no había orden, no faltaron dudosas leyendas sobre su mantenimiento secreto, su implicación en el asesinato de Lincoln, el intento de hacer otro tanto con Ulysses Grant y un plan para iniciar una nueva secesión financiándola con un tesoro enterrado por partes a lo largo del país, esperando el momento propicio. Otra más sobre el mítico oro confederado.

Según otras versiones, un tesoro robado con más organización se habría hundido en regiones de los Grandes Lagos o del Mississippi, y permanecería allí escondido esperando que alguien lo encontrara.

Pero hay versiones que hablan de una Conspiración organizada que tendría el tesoro escondido para usarlo en una nueva Revolución sureña. Durante las últimas décadas del Siglo XX dicho escenario fue en verdad posible y no cabe duda de que un tesoro habría sido un gran avance a la hora de crear un ejército rápidamente.

El culmen de esta teoría habla de una supuesta sociedad secreta llamada Los Caballeros del Círculo Dorado que estaría encargada de la custodia del Tesoro con miras a una futura rebelión, cuando las condiciones fueran indicadas. Aunque en la actualidad dicho momento parece estar más lejos de nunca, en su momento esta leyenda tuvo una importancia considerable.

En cualquier caso, aunque desconocida en el resto del mundo, la leyenda del Tesoro Confederado es muy popular en los Estados Unidos y al día de hoy sigue inspirando la imaginación de miles y la audacia de uno que otro cazador de tesoros.

Comentarios recientes

25.11 | 00:55

Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura

16.11 | 05:32

Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.

28.10 | 14:04

Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.

Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.

23.10 | 15:49

Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.

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