A Relax Place
Por: Andrés Olascoaga
Con su cámara, la fotógrafa estadounidense Lee Miller captó el horror de la Segunda Guerra Mundial y el ánimo tras la caída del nazismo.
30 de abril de 1945. La Segunda Guerra Mundial, uno de los eventos más sanguinarios en la historia de nuestra sociedad, vivía sus últimas horas. La fotógrafa estadounidense Lee Miller y su compañero, David E. Sherman, atravesaron la puerta que daba la bienvenida al hogar en Múnich de quien fuera el hombre más poderoso del mundo: Adolfo Hitler. Recorrieron su casa, tomaron fotografías, el ánimo del final del conflicto bélico comenzaba a flotar sobre el ambiente.
Con el ruido de la guerra perdiéndose ante el silencio de la paz, Miller hizo algo que muy pocas personas se hubieran atrevido a hacer. Se quitó la ropa, dejó sus botas manchadas con lodo en el tapete y se metió a la tina. Un retrato del Führer y la cámara de Sherman fueron testigos de la escena. Una mujer, modelo y periodista, había atravesado por los horrores de la guerra para llegar a ese momento, ese momento en el que al final podía ser libre. Tras secarse, Lee Miller continuó rompiendo la intimidad de Hitler y tomó una siesta en la cama que el mandatario alemán compartió con su esposa, Eva Braun.
A cientos de kilómetros, en Berlín, Adolfo Hitler cerraba la puerta de su habitación privada en un búnker. La historia afirma que esa noche, al observar la caída de su imperio, el derrotado canciller se disparó en la cabeza. 30 de abril de 1945 y en dos extremos de la Alemania nazi se vivieron hechos históricos. Uno de ellos protagonizado por una aguerrida mujer.
Nacida el 23 de abril de 1907 en Poughkeepsie, Nueva York, Elizabeth “Lee” Miller tuvo su primer encuentro con una cámara fotográfica cuando era solo una niña. Su padre era un aficionado a capturar imágenes en donde su hija fuera la protagonista. De hecho, aquellas jornadas familiares entre rollos de fotografía y escenarios íntimos la llevaron a buscar suerte en el modelaje a temprana edad.
Con solo 19 años, Miller fue invitada por Condé Nast para ser portada de la revista Vogue de marzo de 1927. A partir de ahí, su carrera despegó a tal grado que decenas de fotógrafos se peleaban por trabajar con ella. Durante los siguientes dos años, Lee –como le decían sus cercanos– posó para miles de fotografías. Sin embargo, cuando una de esas imágenes terminó usada en un anuncio para vender compresas, la joven se desilusionó y abandonó su profesión.
Aunque tenía el corazón roto, la ahora ex modelo estaba segura de que quería que las cámaras fotográficas fueran parte de su vida. Claro que ya no como un objeto para retratarla, sino como una ventana para exponer su propia voz y mirada. Así fue como decidió viajar a París y pedirle asistencia al fotógrafo Emmanuel Radnitzky, conocido como Man Ray. Este se negó a aceptarla, pero con el tiempo le abrió la puerta de su estudio como aprendiz y asistente.
Durante su periodo en París, Lee Miller trabajó fotografías que después fueron acreditadas a Ray y se codeó de personalidades como Pablo Picasso y Jean Cocteau. Tres años después, la fotógrafa abandonó la capital francesa y regresó a Nueva York, donde montó una exposición en una galería y conoció a quien se convertiría en su primer esposo: Aziz Eloui Bey.
Su matrimonio, una etapa donde su labor fotográfica quedó sepultada por sus “obligaciones” maritales, duró poco y en 1937 regresó a la Ciudad de la Luz. Los últimos años de la década de los treinta fueron afortunados en la carrera de Miller: expuso en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), viajó por el mundo y fortaleció su nombre como fotógrafa.
Al explotar la Segunda Guerra Mundial, Lee se sumó al Cuerpo de Corresponsales de Guerra de Londres. Respaldada por su cámara, la fotoperiodista se adentró en escenarios que mostraban el peor rostro del ser humano: campos de concentración, matanzas indiscriminadas, ataques químicos. Entre 1939 y 1945, el trabajo de Lee Miller sirvió para presentar al mundo las acciones de un régimen que se ignoró hasta que fue demasiado tarde. La historia que la ubicó en la cama del matrimonio Hitler la misma noche que el líder nazi se suicidó solo fue un punto anecdótico en su recorrido por una época de auténtico terror.
Después del final de la guerra, Miller se mudó al Reino Unido. Su aventura en el departamento del autor de Mi lucha había sido publicada en la revista LIFE. Su rostro había sido observado por miles y el interés por regresarla frente a la cámara aumentó entre los medios.
Desafortunadamente, las últimas décadas de vida de la fotógrafa estuvieron marcadas por las repercusiones de su excelso trabajo periodístico. Los servicios de inteligencia británicos sospecharon que era una espía soviética y bloquearon sus contactos por más de una década. Las escenas que había observado en la Europa destruida por la guerra la atormentaron y le originaron Trastorno de Estrés Postraumático (PTSD). Una vida amorosa complicada, problemas con el alcohol y una acelerada depresión hundieron su vida.
La mirada de la fotógrafa Lee Miller, la mujer que disfrutó el arte surrealista de Picasso y Ernst, observó el crecimiento de su hijo (el ahora fotógrafo Roland Penrose) y capturó la desolación de la guerra, su vida se apagó el 21 de julio de 1977.
Comentarios recientes
25.11 | 00:55
Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura
16.11 | 05:32
Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.
28.10 | 14:04
Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.
Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.
23.10 | 15:49
Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.