El Niño Fidencio, el curandero más misterioso de la historia de México

Roberto Rodríguez Rebollo | 10-07-2024

El 13 de noviembre de 1898, en Irámuco, Estado mexicano de Guanajuato, nació José Fidencio Constantino Síntora a quién más tarde se le comenzaría a conocer como 'El Niño Fidencio'. Pasó su infancia aislado, cursando solo hasta el tercer grado de primaria. Allí conoció a Enrique López de la Fuente, sobrino del padre Segura, a quien ayudaba en los oficios religiosos. Se dice que fue con él con quien Fidencio aprendió a realizar las curaciones con hierbas.

 

La verdad detrás del Niño Fidencio

José Fidencio Constantino nació el 13 de noviembre de 1898 en el Rancho de las Cuevas, municipio de Yuriria, Guanajuato; ¿poseía facultades divinas?

La verdad detrás del Niño Fidencio

Desde mago, milagroso, místico, brujo, hasta charlatán era parte de los calificativos usados para referirse al “Niño Fidencio”, cuya fama se elevó luego de curar a Plutarco Elías Calles de una extraña enfermedad de la piel. 

 

José Fidencio Constantino nació el 13 de noviembre de 1898 en el Rancho de las Cuevas, municipio de Yuriria, Guanajuato. Desde muy temprana edad comenzó a desempeñarse como jornalero en diferentes regiones del país. 

 

Su voz aguda y su apariencia hacían que le llamaran “niño”, aunque ya se había convertido en un joven.  En 1921 llegó a una hacienda ubicada en la población de Espinazo, Nuevo León, donde continuó con su labor dentro del campo. 

 

Descubre su Don

Una empleada del lugar entró en labor de parto de emergencia, al no haber en ese momento un médico, Fidencio se ofreció para realizar las acciones pertinentes, logrando ayudarla a dar a luz sin mayores complicaciones. 

 

Por otro lado, un jinete cayó de su caballo lo que le propició severos golpes; Fidencio le brindó atención curándolo de sus lesiones. Ante la admiración de propios y extraños “El niño” mostraba capacidades de sanación que le darían un prestigio como curandero a nivel nacional. 

 

Tiempo después, el dueño de la hacienda enfermó de úlceras, el hombre había buscado ayuda con diferentes médicos. Nadie había podido ayudarlo. Fue entonces que acudió con Fidencio, quien logró aliviar el padecimiento con el solo uso de una preparación a base de tomates.

 

El hacendado se encargó de difundir la noticia de la sinigual sanación que vivió luego de la intervención del niño Fidencio. A partir de ese momento se convirtió en un fenómeno, cientos de personas comenzaron recurrir al joven guanajuatense.

 

Enfermos de todo tipo acudían todos los días a recibir los cuidados de Fidencio; enfermedades respiratorias, dolores de cabeza, tumores cancerígenos, padecimientos del corazón, piedras en el riñón, procedimientos dentales y hasta intervenciones quirúrgicas de alto riesgo, formaron parte de la práctica curativa del famoso curandero.

 

Facultades Divinas

Para lograr la sanación de sus pacientes empleaba una gran variedad de métodos poco convencionales como arrojarles objetos, introducirlos en lodo, azotarlos contra el piso, entre otras técnicas sui géneris. 

 

De ese modo consiguió hacer caminar a personas paralíticas, así como recuperar la vista a invidentes. Mucha gente recobró el habla luego de encerrarlos en jaulas con felinos salvajes como pumas o tigres en el interior; al sentirse en peligro inminente estas gritaban y salían corriendo.

 

También realizaba cirugías mediante la utilización de vidrios de botella y otros utensilios como pinzas, todo sin ningún tipo de anestesia o cuidado médico. Todo dependía del tipo de enfermedad y el sentido para determinar el método que iba a emplear para cada caso.

 

Excélsior documentó algunos de los milagros conseguidos por Fidencio a lo largo de la década de 1920. Por ejemplo, logró hacer caminar a un reconocido médico de Coahuila, quien llegó en estado de parálisis y salió en pie apoyándose de un bastón. Tiempo después recobró la movilidad de su cuerpo por completo.

 

Otro caso fue el de una mujer que sufría secuelas al haber sobrevivido a la gripe española de 1918, debido a la enfermedad había perdido la vista en su totalidad. Tras visitar Espinazo, sus males prácticamente desaparecieron, además, recuperó la visión de sus ojos. 

 

Un Problema de Sanidad

El Departamento de Salubridad Pública recibió diversas quejas por parte de integrantes del gremio de la medicina debido al foco de infección que podían representar las prácticas con nulos procedimientos de higiene. Al respecto, las autoridades investigaron el caso al que los médicos se refirieron como charlatanería. 

 

Durante varios días se habló de “impedir las actividades curativas” del joven, luego de que el gobierno de Nuevo León emitiera un informe en el que acusó al “niño” de atentar contra la ciencia médica. Finalmente, Fidencio continuó operando en Espinazo, donde las personas no dejaban de acudir día tras día. 

 

Salomón, Marcial, Juan, “Niño Salomón” (San Luis Potosí) eran otros curanderos que trataban de adular al famoso Fidencio, quienes de igual modo utilizaban métodos poco ortodoxos para en la cura de diferentes enfermedades. El número de estos personajes se multiplicó en poco tiempo, principalmente en el norte y la capital del país.

 

A finales de la década de 1920, el mismo Niño Fidencio afirmaba que el espíritu de Benito Juárez se encontraba alojado en el cuerpo de un joven perteneciente a la comunidad Yaqui de Sonora. Situación dada a conocer por Fidencio mientras huía de Espinazo después de haber sido amenazado de muerte. 

 

Por otro lado, decenas de personas aseguraban haber sido curadas de manera “milagrosa” por Fidencio. Procedentes de diferentes partes de la República Mexicana, numerosos grupos de personas se trasladaban hasta Espinazo a manera de peregrinación con la esperanza de ser curados de sus males de salud.


Al Rescate de Calles 

En plena Guerra Cristera, el primer mandatario, Plutarco Elías Calles, padecía una enfermedad de la que no se revelaron mayores detalles. Había recurrido a una gran cantidad de médicos sin éxito alguno. Conocedor de los dones curativos del joven Fidencio se trasladó hasta la hacienda en Espinazo en febrero de 1928 en búsqueda de una solución a su padecimiento.

 

Fuertemente enfermo, el presidente de la República visitó a Fidencio acompañado de una comitiva oficial. Fue recibido por el mismo Constantino, quien atendió al mandamás mexicano curándolo tan solo con miel de abeja, colocándole la piel de un animal encima de la zona lesionada. De manera inexplicable el general sanó prácticamente de inmediato.

 

Una nota publicada en Excélsior el 12 de febrero de 1928, da cuenta de una carta recibida por este rotativo procedente de Espinazo, en la que se asegura que Elías Calles estuvo personalmente en aquella comunidad pudiendo constatar por sí mismo las capacidades curativas del Niño Fidencio. Lo cual corroboró la visita del sonorense al curandero. 

 

Días después, El Periódico de la Vida nacional dio seguimiento informativo al asunto con el envío de corresponsales al norte del país con la finalidad de verificar la noticia. Uno de los enviados fue el periodista y fundador de esta casa editorial, Manuel Becerra Acosta, quien confirmó la forma de operar del místico curandero.

 

En sus crónicas, Becerra Acosta dio a conocer que Fidencio lanzaba naranjas a las humanidades de sus pacientes para con ello sanar sus problemas de salud. Además, el reportero consiguió platicar con Constantino, quien reveló que era dios quien curaba a las personas a través de sus manos.

 

El Fin de un Legado

Luego de varios años de continua labor, Fidencio finalmente murió 09 de octubre de 1938 a los 40 años de edad en la comunidad de Espinazo. Algunos comentaron que su muerte se había debido al agotamiento acumulado luego de empeñar sus esfuerzos y energías en la sanación de miles de enfermos.

 

Tras su muerte, surgió la Iglesia Fidencista Cristiana, devotos del niño Fidencio. Aunque oficialmente no es considerado un santo, la devoción con la que se recuerda a Fidencio es inusitada en la región del norte del país. 

 

Su tumba se encuentra en la casa donde vivió y realizaba sus curaciones. Actualmente el lugar recibe miles de visitas quienes piden por su salud. Por lo cual, el curandero es considerado como un beato por los fieles que aseguran haber recibido milagros mediante sus plegarias a Fidencio.