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Ese día Conan Doyle aseguró que las fotografías de hadas tomadas por dos niñas en Cottingley, Inglaterra, eran reales.
Aunque parezca difícil de creer, Sir Arthur Conan Doyle, creador del detective más famoso y racional de la historia, tuvo una extraordinaria fascinación por el mundo espiritista. Una de sus incursiones más famosas en este ámbito fue cuando, tras la muerte de su hermano, Doyle tomó el caso de unas curiosas fotografías de hadas como si quisiera personificar a su legendario personaje, Sherlock Holmes.
Tales fotografías fueron tomadas por Elsie Wright, de 16 años, y Frances Griffiths, de 9; dos primas que vivían en un pueblo llamado Cottingley, en Inglaterra. Doyle detalló su investigación sobre las enigmáticas fotografías que mostraban, con toda nitidez, a un grupo de hadas, en la popular revista británica Strand en 1920. El encabezado leía: “Hadas fotografiadas, un evento que marca época, descrito por A. Conan Doyle”.
En una mezcla de esperanza y cordura (aunque esto último suene extraño), The Coming of the Fairies enumera las causas que lo llevaron a creer que, en efecto, las fotografías eran reales. Este artículo ejemplifica magníficamente cómo podemos moldear la realidad de acuerdo a aquello que queremos creer como verdadero.
Mary Losure, autora de The Fairy Ring: Or Elsie and Frances Fool the World [El anillo de las hadas: o cómo Elsie y Francis engañaron al mundo], hizo por su parte una investigación acerca de este suceso y enlistó la serie de errores que cometió Doyle al investigar el caso, mismos que lo llevaron a asegurar que fue verídico.
Su primer error, dice, fue descartar la posibilidad de que las imágenes hubiesen sido alteradas –pensaba que dos pequeñas niñas de campo no podrían haber llevado a cabo tal arte. El segundo consistió en no acudir en persona al lugar de los hechos, Cottingley, y en cambio mandar a Edward Gardner –un impetuoso creyente en hadas y duendes– cuyo reporte fue que en efecto las niñas veían y hablaban con hadas y por lo tanto las fotografías debían ser reales.
Doyle tuvo suerte y murió en plena creencia de que las hadas de Cottingley eran reales. Sin embargo, poco después de su muerte, las niñas confesaron que eran simples recortes de otras ilustraciones. Más que un error, quizás, el caso parece comprobar que Doyle era mucho más grande que sí mismo e incluía a la otredad en su realidad diaria. Al respecto escribió:
Hasta donde puedo ver, no hay nada científicamente imposible en que algunas personas puedan ver lo que otras no pueden. La ciencia victoriana hubiera dejado al mundo duro y limpio y vacío como un paisaje de la luna, pero ahora, con la llegada de las hadas, una o dos consecuencias son obvias: las experiencias de los niños serán tomadas más en serio y las cámaras serán venideras. Otros casos bien autentificados vendrán. Estos pequeños amigos que parecen ser nuestros vecinos, con sólo algunas diferencias de vibración que los separan de nosotros, se volverán familiares.
Comentarios recientes
25.11 | 00:55
Jorge gracias, esa es la idea de este blog, compartir datos históricos y otros divertidos, siempre con la idea de cultura
16.11 | 05:32
Verdaderamente ilustrativo, gracias por compartir estas enseñanzas.
28.10 | 14:04
Leí hace años de una mujer a la que le habian desaparecido varios empastes y tenia esos dientes sanos.
Además, existen una serie de fotografias, de logos en vehículos, que atestiguan la veracidad.
23.10 | 15:49
Los Griegos ganaton a los Atlantes-Iberos.